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Es al toque, no seas pendejo.

martes, 28 de diciembre de 2010

El caso Ísmodes y el nulo interés por la camiseta

Desde que vi a Marko Ciurlizza pasarse a Alianza en el 2001, no creo en el cariño por parte de los jugadores hacia determinada camiseta. Aquel traspaso demolió mi naciente idolatría por quien se voceaba como el reemplazo del ‘Puma’ en el medio de la ‘U’. Así, pues, aprendí que el famoso y conveniente “profesionalismo” termina pesando más que el amor a una camiseta (aunque luego Ciurlizza se declarara –milagrosa y oportunamente- hincha de Alianza). Es comprensible, entonces, que no se pueda esperar lealtad de parte de los jugadores. Afrontémoslo, más de uno cambiaría de selección por unos dólares más en los premios.
Lo que no entiendo, sin embargo, es cómo existen dirigentes tan cortos de mente como los actuales de la ‘U’, que más allá de haber realizado algunas contrataciones interesantes, malgastan el dinero en un jugador como Damián Ísmodes, ex-Cristal, alguien sin absolutamente nada nuevo que ofrecer al equipo, y que solamente llega para dividir a la tribuna. ¿Se trata de un capricho totalmente injustificado por parte de ‘Chemo’ o es el ánimo de contratar por contratar al que está disponible? Como fuese, resulta una decisión más que absurda.
Aún cuando pensemos que las características de Ísmodes son necesarias para el juego que ‘Chemo’ pretende instaurar en la ‘U’ (juego que ya tocaría ir mostrando, por cierto), en el Perú existen casi 30 millones de personas, por lo cual resulta un tanto ilógico pensar que no se podría conseguir a otro jugador -no confeso hincha de un equipo con el que existe rivalidad- que pueda ejecutar las mismas funciones que el sobredimensionado Damián. ¿No es un tanto evidente que no se generará empatía entre la barra y el jugador?, ¿no bastaba con tener a ‘Chemo’ en el banco?, ¿o es que el DT quiere pasarle la posta de los insultos a otra persona dentro del grupo?
La camiseta debería tener un peso importante a la hora de hacer contrataciones. ¿Se imaginan que en Argentina los grandes se presten jugadores así como así a cada rato?, ¿creen que allá Vílchez se pasearía tan tranquilo entre dos grandes como lo viene haciendo con Alianza y Cristal desde que apareció? Más allá de que al hincha le joda perder jugadores y verlos en la vereda del frente, el asunto es que se pierde la identificación. “Los jugadores pasan, la camiseta queda”, dicen los que se jactan de ser “más hinchas”. Muy poético, pero bastante distante de la realidad. Imaginemos lo especial que sería que la rivalidad entre equipos llegara a niveles como el de no contratar jugadores del club enemigo. ¿No sería más interesante y existiría un sentimiento de mayor compromiso?
Señor Pacheco, no se trata de tener bastante plata, sino de tener a todos alentando para el mismo lado. Ya le sugirieron que se pueden estar generando problemas en el vestuario por los elevados salarios de algunos nuevos elementos del equipo, ¿para qué aumentar las chances de disputa dentro del club con un jugador traído de uno de los equipos con los que se tiene más rivalidad? Con el caso de Ciurlizza me quedó claro que los jugadores son “súper profesionales” y que no les podemos pedir nada en aras de conservar cierta mística relativa a lo que "ser hincha" significa. Lo malo es que ya ni se puede confiar en el hinchaje de los dirigentes, aquellos mismos que nos florean sobre el sentimiento y la magia que significa cada institución.

martes, 21 de diciembre de 2010

LO QUE EL AÑO DEJÓ

La temporada futbolística ha culminado. La San Martín se proclamó, por tercera vez en su corta vida institucional  (no olvidar que casi desciende una vez) como justo campeón. Algunos jugadores merecen una mención especial, por lo que en Los Recogebolas queremos rendir, cual regalo de Navidad, tributo a estos clanes futbolísticos, especies del césped natural y artificial, avatares de entrenadores supersticiosos, floreros, mediocres, suertudos o simplemente exitosos.

Machacabolas
Una categoría en la que desfilarían matones con short. Se esperaría a un defensa novato o alguien como Mario Gómez. El ganador de este rótulo, sin embargo – Machito, este año, en la cancha, te portaste más que decente-, es Manuel Corrales, intento de lateral por izquierda que mostrara su fútbol por el Viejo Continente, de seguro buscando paredes con otros latinos -como él- perdidos en tierras de nieve a nivel del mar. Manuel recibió cuatro tarjetas rojas.

Atajabolas
Fue capitán de un equipo descendido, aunque su aporte en la campaña fue fundamental para llenar las tribunas e ilusión en algunas jornadas. Silenció a muchos delanteros con sus sobrios reflejos y se volvió prioridad para la agenda de muchos clubes. Daniel Ferreyra atajará el próximo año en el César Vallejo de Víctor Rivera.

Quitabolas
De porte pequeño y agresividad enorme, Antonio González redondeó un buen año, con menos broncas y más fútbol. Su convocatoria a la selección fue un justo premio a su temple y trajín. Sería injusto no mencionar al campeón Balbín, quien surgió como valioso reemplazo en la oncena titular de la San Martín. Asfixia en la marca, es potente y va bien al juego aéreo.

Metebolas
Es cierto que el mejor delantero posible no solo anota en gran cuantía, sino asiste, aguanta bola y sabe jugar sin ella. Bajo estos parámetros, tanto Arriola como Perea deberían compartir una medalla. El colombiano Perea podría ganar por simpatía: casi siempre enfrentaba -y ganaba- a tres o cuatro defensores. En la otra esquina, sin embargo, Arriola tiene un arsenal más completo de cara al gol: las emboca de cabeza. Medalla de bronce para el panameño Tejada. No metió gol en ninguna final (como Alemanno en Huánuco, que resultó fundamental) ni lideró a un equipo sin mucho presupuesto en su ruta a la historia, pero "Diente de Oro", con sus años encima, metió al Aurich en la fase de grupos de la Libertadores y se volvió en un goleador temible en el torneo local. De cabeza, izquierda, derecha.

Recogebolas
Galardón para aquel jugador revelación del certamen. A priori, el malcriado Advíncula –imposible olvidar sus obscenos gestos dirigidos a la tribuna rival- resulta vencedor. Fundamental en Cristal, seleccionado para Markarián: el moreno es un velocista con balón. Potencia, rapidez, explosión. Su vertiginoso cambio de ritmo, sumado a su despliegue táctico, lo convierte en alfil imprescindible sobre el campo de juego.
  • Paolo Hurtado se volvió pieza importante en el equipo de Costas, donde también la frescura de André Carillo ilusiona a los blanquiazules.
  • Aunque suena a broma, postular al delantero Andy Pando es un premio justo a la entrega y olfato goleador: batallador, protege su bola y le marcó a los grandes limeños.
  • Albarracín, el joven volante del Boys tuvo destacadas actuaciones, golazo a Alianza Lima en el Callao incluído. Sin duda, una de las jóvenes promesas a aseguir.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Burga y el hombrecillo

Yo me topé una vez con Manuel Burga. Aquella tarde, cientos de peruanos fuimos al Jorge Chávez para recibir de manera agresiva a la selección de Chile que llegaba a jugar por las eliminatorias para Alemania 2006. Sin embargo, sin que nos diéramos cuenta, la policía sacó a escondidas a los jugadores chilenos y destruyó así cualquier intento de chacota por parte de los que asistimos ese día al Callao.
No obstante, cuando todo tipo de mofa o conato de bronca parecía imposible, el larguilucho Burga hizo su aparición, a paso lento, con celular en mano y con aquellos clásicos e incomprensibles aires de grandeza. Caminaba hacia su auto con una o dos personas de seguridad. Al pasar cerca de mí, un robusto y pequeño personaje le pasó la voz a gritos: “¡¡Manuel!! ¡¡Presidente Burga!!”. El ingenuo dirigente respondió al llamado con una mirada de alegría y un saludo con la mano, a la distancia. Cuando el popular ‘doc’ se regodeaba en aquella inesperada muestra de cariño, el robusto personaje pasó a levantarle el dedo medio y a insultarlo con palabras de grueso calibre, generando la carcajada completa entre las personas que estábamos presentes: Burga había quedado como un huevonazo.
No supo qué hacer. Como último recurso, miró desconcertado a la gente de su seguridad, quienes, ante una intimidante inferioridad numérica, solo hicieron oídos sordos a los gritos y burlas que recibía su empleador. Burga siguió caminando, haciéndose el que hablaba por celular (aburridísima manía de los jugadores y la gente metida en el fútbol para no hablar o hacerse los que no escuchan), y, con seguridad, sintiéndose más humillado cada segundo.
Cuando parecía que nada más ocurriría, el robusto personaje saltó del tumulto y fue a insultarlo casi cara a cara, a tan solo un par de metros. Burga no hacía más que mirar con miedo a aquella persona tres cabezas más pequeña que él, al mismo tiempo que retrocedía ante los insultos del sujeto. Los ‘gorilones’ de seguridad acudieron tarde a reducir al hombrecillo (nadie los culpa, de seguro no les hubiera molestado que algo le ocurriera a Manuelito), y, cuando finalmente lo tuvieron controlado, el que es con seguridad el hombre más odiado en la historia del Perú (apuesto, sin duda alguna, que ni Abimael tiene tan poca aprobación) tomó incomprensible y conveniente valor para acercársele y dárselas de 'macho alfa'. El público se le fue encima ante esa imagen de cobardía, y al entonces reciente presidente no le quedó más que refugiarse en su celular de nuevo, con la cara de espanto más divertida que vi en mi vida.
Algunos segundos después, Burga había partido y el hombrecillo era el héroe local. Los reporteros que estaban cerca (entre los que recuerdo un par de caras conocidas de la tele) imitaban la escena que habían presenciado, agregándole tintes femeninos a la actuación de Burga. Todo era risas. Nadie se acordaba de que no habíamos podido insultar ni agredir a la selección chilena, pues lo que acabábamos de vivir opacó cualquier expectativa con la que llegamos al aeropuerto.
Ese señor cobarde acaba de ser re-reelegido presidente de la F.P.F. Un hombre que no solo produce asco y odio, sino también risa y burla total. Es por eso que resulta tremendamente patético que nos encontremos, hace 8 años –y condenados MÍNIMO a 4 más-, a su merced. Las marchas y lloriqueos ante instancias superiores no van a servir. Propongo que tomemos el ejemplo del sujeto del Jorge Chávez. Será más rápido y eficiente. Total, ya sabemos que en este tipo de casos, Manuel deja de ser hombre y se convierte en un cobarde hombrecillo.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Comandante de primera línea

Carlos Zegarra tiene un apellido de peso futbolístico. Hijo del gran 'Pitín', el volante jamás logró calzar la misma talla de talento que su padre. Aún así, es un hombre de experiencia, con numerosas batallas. Algunas de ellas, incluso, con actos que bien podrían ser considerados heróicos. Comandante de primera línea, muchas de sus hazañas morirán con él.

Para el hincha peruano, su estilo de juego resulta apático, aburrido como su rostro de púber elegido último para las pichangas de Educación Física. La  parsimonia con la que traslada el balón nos hace inferir que adolece de un  mal crónico en el estómago (su hermano Pablo sería otra víctima de la familia). Con el paso de los años, Carlos Zegarra se ha ganado a pulso el apelativo de 'pecho frío', por el nulo carisma con el que transita el campo de juego y porque la voz de hincha lo reporta como no habido en momentos de alta tensón.

Aún con todos estos silbidos lanzados desde este cómodo palco cibernético (y las tribunas de los estadios), nadie le quitará al volante sus goles y asistencias, finales y campeonatos. Estos aportes -tan suyos-  se hicieron valer, por ejemplo, en la primera experiencia de 'Chemo' como DT en nuestro fútbol. Aquella vez, con gol triunfal en Arequipa, ante Cienciano, por la final del campeonato (partido que Sporting Cristal jugó sin delanteros).


Sin gambetas que arranquen oles ni velocidad premiada con aplausos, lo suyo pasa por el criterioso y cuidadoso traslado de balón, como si la engreída pelota fuera una bomba de The Hurt Locker. La elegancia del pasecito atrás o la maestría de los centros frontales y avisados son otras de las artes dominadas por Carlos Zegarra.

León de Huánuco, equipo de Zegarra, ha empatado el primer cotejo de la final del fútbol peruano. 1-1 fue el resultado final. Con el marcador aún en blanco, el conductor y mejor jugador del equipo huanuqueño (que era local), Gustavo Rodas, fue expulsado en una gran gresca que originó que otro compañero suyo y dos rivales también se fueran temprano a las duchas. Ante este panorama, la refrigeradora que lleva Carlos Zegarra en las piernas empezó a maquinar los mejores momentos de su equipo.


Jugando nueve contra nueve, los espacios eran vastos como para explayar todo su fútbol. En esta situación afloraron todas esas enseñanzas que recibió de joven, cuando era enganche. "Carlitos, eres 10,  no corras, que la pelota va más rápido que cualquier jugador", "Carlitos, engancha para tu zurda  y reparte, no uses la derecha que zurdos en el fútbol hay pocos", "Carlitos, dile a tu papá que venga a los entrenamientos para un
autógrafo".

Su método futbolístico tenía ahora un propósito. Un lugar y fecha. Era el Neo de esa Matrix, mundo surreal, donde el León de Huánuco jugará la Copa Libertadores. El elegido para liderar los ataques con su lento, pero prolijo juego. Así, con inteligencia, ubicación y claridad, Carlos Zegarra se convirtió en figura.


Con la 20 en la espalda, en plena gloria.
La celebración de su gol, enganchado a la tribuna como un desaforado y a los pocos minutos de haberse iniciado el segundo tiempo, serviría de presagio  para su destacada actuación. Ese calor y euforia contrastaban con su andar, pero hacían juego con su performance.


Sin embargo, el tiempo transcurría y la fatiga aumentaba. La anchura del campo se hacía cada vez más difícil de cubrir. Con el 1-0 en el bolsillo, y el colombiano Perea como asignado para el ataque (junto a las trepadas del impreciso Peña), Zegarra debía preocuparse por tareas defensivas, como su posición en la cancha lo demandaba.

Eran ya varios minutos jugados a exageradas revoluciones. Demasiado para un '10'  disfrazado de volante de primera línea como él. Esto, sumado a su ausencia en  los últimos partidos por suspensión y a su extinta juventud, hizo que al trajinado volante se le congelaran las piernas. Se convirtió en una estatua en la cancha. Parecía bañado en cemento, por la dificultad para moverse. Sorprendentemente, Franco Navarro no lo sacó sino hasta dos minutos antes que finalizara el partido.

Finalmente, no logró un gol triunfal, como aquel en Arequipa, pues a su equipo le anotaron cerca del pitazo final. No recibió una gran  ovación tras su cambio en el epílogo del encuentro. No obstante, nadie podrá poner en duda su buena actuación en un momento tan difícil, jugando nueve contra nueve y por el contexto que siempre representa una final.

Nadie podrá negar, entonces, que el  congelador con ropa de futbolista que es Carlos Zegarra ha funcionado esta temporada con el calor  de su hinchada, aquella provinciana y alejada de campañas como ésta; hinchada que no olvidará sus hazañas y lo mantendrá presente como aquel comandante de primera línea, sereno y con el gatillo presto para luchar una batalla más, quizás la del título nacional el domingo 12 de diciembre del 2010.

jueves, 2 de diciembre de 2010

"Yo no fui": Como siempre, Juvenal silba


Juvenal Silva encarna lo que entiendo por las palabras “conchudez” e “incapacidad”. Mandamás del Cienciano del Cusco desde los noventas, Silva no solo armó su chacra en la otrora capital del Imperio Incaico, sino también su silo: no paró de mandarse cagada tras cagada.
La prensa tiende a adjudicarle los triunfos del club en la Sudamericana y en la Recopa, pero seamos sinceros: se trató de un plantel improvisado, plagado de veteranos que decidieron (por su propia cuenta y ayudados por una inmensa suerte) luchar su última batalla de manera épica y lo consiguieron. Aquel 2003 de la Sudamericana, Juvenal armó un equipo como los de siempre: parchado, sin aspiraciones, mediocre. Que Wiracocha decidiera iluminar al Cusco ese año fue otra cosa. Ojo, no se busca desmerecer a los jugadores, verdaderos artífices del triunfo, sino simplemente ser realistas.
El envión anímico que significó el éxito internacional de una institución peruana no hizo sino terminar de sepultarlo: al igual que nuestros prodigios Farfán o Manco, y como buen peruano, sucumbió ante los flashes, las felaciones por parte de la prensa y los upa upa upapás que no cesaban. Silva, pues, terminó por creerse el Mesías del fútbol peruano cuando en realidad no era (es) más que un dirigente mediocre.
Incapaz de repetir la hazaña luego y armando planteles que no pudieron más que pelear el subcampeonato nacional un par de veces; integrante de cuanta comisión corrupta e inútil se armó en la Federación y aliado de sujetos de credibilidad cero como Mallqui o Burga; congresista de la República (obvio, ¿a dónde más iría a parar un sujeto de semejante currículum?) y soltando comentarios desatinados además de desvergonzados cada vez que tuvo un micrófono al frente, Juvenal Silva mantuvo siempre un discurso de una incomprensible jactancia moral, matizado con un ya caduco triunfalismo y unos terriblemente fingidos aires de mártir, además, claro está, de promesas a un futuro tan indefinido como inexistente.
Este fin de semana, su Cienciano impago y sin patrimonio institucional alguno se juega la baja. Lo hará en el Cusco, con su hinchada, con un puñado de jugadores que merecen el rótulo de héroes, y, seguramente, con Juvenal en las tribunas, cómo no. Seguramente se salvará, juega de local contra el equipo con el cual disputa la baja. Seguramente, como en Chiclayo, el oportunista Juvenal intentará ser parte de la fiesta, de robarse el show. Ojalá que como en Chiclayo, y para siempre, se forme un bloque sólido que lo repela no solo de la celebración, si no de la institución. Este año y por fin, estimado Juvenal, hasta al más ingenuo le quedó claro que el de la culpa siempre fuiste tú.

martes, 23 de noviembre de 2010

Total Fracaso

Sus orígenes son arequipeños, su nombre lo vincula al puerto del Callao, juega en Huacho y acaba de perder la categoría.

Es un equipo sin pasado, de pobre presente y futuro incierto. Nació en el 2009, a través de la  fusión del Total Clean, conjunto arequipeño que alcanzara la gloria en la Segunda del 2005, y de la compra de acciones por parte de dirigentes chalacos, quienes se harían cargo de la institución.

Bautizado como Total Chalaco, esta improvisación de fútbol parecía haber nacido para alegrar los domingos del Callao, dadas las pobres actuaciones del Sport Boys, equipo que incluso llegara a perder la categoría luego de varias temporadas con final angustioso, pero feliz.

Total Chalaco se despide de una Primera División del Fútbol Peruano donde no se le recordará hazaña alguna. Tuvo la decencia, sí, de dibujar un final algo solemne sobre el césped de Matute, poniendo en aprietos a Alianza Lima. La momentánea victoria por 1-0 como visitante, complicaba aún más al equipo blanquiazul en sus aspiraciones de Copa. Murió sin fútbol, pero con honor, intentando defender su humilde golcito de blooper, aquella improvisada esperanza de quedarse en Primera.

Sin mayor plan dirigencial que el de resurgir el decaído orgullo porteño, sin más empuje que el capricho de accionistas e hinchas de un equipo pasado (el verdadero Chalaco, porteño de antaño), sin una identidad futbolística ni contrataciones acertadas, este final no sorprende a nadie, y sólo entristece a quienes perdieron la batalla en el campo de juego.

Las voluntades e improvisaciones funcionan regularmente en nuestro alicaído fútbol. Sin embargo, de no mediar factores como una increíble suerte, un par de jugadores estrellas y quizás un campo de juego en la complicada altura (¿a quien engañamos? Se fueron Unión Minas, Sport Ancash y quizás el Cienciano le siga los pasos), se crea un seguro camino con destino al fracaso. Eso, pues, es lo que le pasó al Total Chalaco.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Holgadamente superior al resto

Desde que apareció en el fútbol nacional, lo detesté. No era solamente su forma frontal de decir las cosas (lo que lo llevaba a sonar atorrante en más de una ocasión), sino que, simplemente, no consideraba que tuviera algo de qué jactarse. Para mí, Erick Delgado era un arquero del montón; alguien endiosado en un medio en el que, en ese momento, no abundaban los porteros.

Sin embargo, en la actualidad, he de reconocer que Delgado es un arquero ya ‘cuajado’, con la capacidad y la madurez de ponerse un equipo al hombro. No me extenderé en temas personales como su carácter, su relación con el mundo del espectáculo y ni siquiera comentaré sobre su pasado con la camiseta nacional. Hablaré, pues, de por qué considero que, hoy por hoy, es el reemplazo natural de Butrón en la selección peruana, por encima de Fernández o Libman. O, incluso, por qué considero que podría pelearle el puesto al siempre correcto Leao.
Delgado tiene, en resumidas cuentas, más condiciones que Fernández o Libman. El primero tiene talento, queda claro, pero se encuentra en un mediocre momento futbolístico desde el arranque de este 2010. Además, claro está, su afán al flash fotográfico, que refleja una poquísima seriedad, así como su aparente inmadura personalidad (quizás sustentada en una corta edad), no hacen sino distanciarlo del ideal de arquero al que se le confiaría una selección. Libman, por su parte, se encuentra en mejor momento que Fernández (y, con seguridad, en el mejor de su carrera), pero el problema, a mi juicio, está en que el golero aliancista ya alcanzó su techo. Es un muchacho claramente superior a Fernández en cuestiones de carácter, pero pienso que tiene menos talento para el puesto que el ‘1’ crema. El buen Salomón, repito, estará en un buen año, pero mantengo la idea de que mucho más que eso, lamentablemente, no rendirá.

Partamos de la premisa de que, hoy en día, no existen más arqueros competentes para atajar en Perú que los cuatro nombrados en el texto y así entendamos mi idea sobre el titularato del ‘Loco’. Erick Delgado ya pasó la etapa de inmadurez de Fernández; su personalidad conflictiva (claramente exagerada por la prensa) es parte de su naturaleza y, me atrevo a decir, no resulta tan nociva como parece. Por otro lado, Delgado, a diferencia de Libman, no alcanza aún su techo; es, pues, un arquero con más condiciones. Como si fuera poco, posee el don de mando que ninguno de los dos mencionados tiene y, como ‘plus’, inspira confianza no solo en sus compañeros, sino también en el espectador, algo básico en un equipo chico como el nacional.

Con un Butrón en el último tramo de su carrera, creo que el arco de la selección estaría en buenas manos de recaer en el ‘Loco’ Erick Delgado. Quizás haya que esperar que el crédito se le agote al golero de la San Martín, pero no me cabe dudas que el candidato número uno a cerrar las Eliminatorias –proyectándonos desde el nivel actual de los postulantes- debería ser Delgado, un arquero que desde que apareció la tuvo complicada; un sujeto al que ya no detestaré como cuando apareció, pero que igual sigue sin caerme nada bien. La diferencia con aquel joven Erick que apareciera en el 2002, es que esta versión evolucionada sí tiene de qué jactarse, y eso, guste o no, hay que saber aceptarlo. Lo digo con claridad y sin vergüenza: Delgado es superior, holgadamente.

martes, 16 de noviembre de 2010

Idolo en Huánuco

Tiene el pelo de Bob Patiño y dispara balones peligrosos que asesinan la dignidad de los porteros; usa medias largas y lanza pelotazos teledirigidos a sus compañeros por toda la amplitud del campo; mide 1,67 y juega con la grandeza de un 10.

Es volante y tiene 10 goles en la Liguilla Par. Es un remedo de prospecto que jamás explotó y juega como héroe de película con final feliz; su sonrisa es de chibolo pícaro, de travieso que robaba manzanas en el mercado del barrio, y tiene una gambeta que hace diabluras, es un enganche que secuestra aplausos de las tribunas.

Gustavo Rodas es la manija del León de Huánuco, virtualísimo clasificado a la final contra la San Martín. Despierta confianza en sus compañeros, al mismo tiempo que llena de ilusión a una hinchada que lo tiene como engreído. Deberían hacerle una estatua, como la de Cristiano Ronaldo en el comercial de Nike o nombrarlo hijo predilecto de Huánuco.

En el 2003 Rodas defendió los colores del seleccionado argentino en un sub 17. Siete años después comparte camerín con el Cuto Guadalupe, el agrandado Ferrari, el rompe narices de Carlos Zegarra y el siempre Chiquito Juan Flores. Destacar en un grupo así no debe ser difícil, pero volverlo protagonista de la forma como lo ha hecho debería ser más que improbable. Camuflado entre estos baluartes de nuestro fútbol, llegó como la figurita más valiosa del poster y se adhirió con goma a los corazones huanuqueños.

Es argentino y juega como ídolo de Huánuco. Se hizo dueño del León y arrasó con cualquier presa que se adentrase a desafiarlo en su terreno. El efecto Rodas no sólo ha hecho creer a los huanuqueños que pueden lograr grandes cosas, los ha hecho sentirse temibles, casi intocables, más grandes que la tradición limeña o la billetera del Norte.

Compartió cantera con Messi en Newell’s. A los 16 años se convirtió en el jugador más joven en anotar un gol en la Primera de Argentina. Jugó por un seleccionado sub 17 de su país (gol incluido). Fue indisciplinado, muerto y casi sepultado. Pasó por el fútbol colombiano y llegó a nuestro país para jugar por el descendido Bolognesi, un general sin cartuchos. Ahora debe ser el personaje más querido en Huánuco, tanto así que hasta sus propios compañeros se toman foto con él luego de los partidos.

Gustavo Rodas, el hombre del momento, recibe las patadas rivales como cumplidos, amortigua las dudas del equipo con goles importantes, silencia las dirigencias norteñas que se quedarán sin título, dirige la orquesta sensación del campeonato, una campaña histórica digna de los archivos de Crónicas de Balón. Es el argentino que usó su fútbol para volverse ídolo en Huánuco. El título nacional coronaría su leyenda.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Máquina del empate

Una vez más, el clásico del fútbol peruano terminó con un empate. Esta vez, para variar, con emociones y fútbol rápido que fueron secundadas por las broncas de siempre. Sobre el césped de Matute se vio a un Universitario agresivo desde el vamos, dada su ubicación en la tabla y a la ya conocida falencia defensiva de los íntimos, quienes en los primeros suspiros del cotejo fueron acorralados en su campo.

Avisó Libman, desde el inicio, que no era su noche. Un centro pasado enviado por el determinante Piero Alva (el año pasado gol en el primer playoff, esta temporada penal errado en el Monumental, este partido una asistencia y media) desde el ala izquierda fue conectado por el trajinador Miguel Torres, quien le ganó la pulseada a Edgar Villamarín, como en casi toda la noche. Libman no despejó con los puños, ni aseguró con las manos. Yuyo intentó imitar a Elena Keldibekoba y la pelota casi se va a la red

Segundo error de Salomón. Otro centro por izquierda, esta vez en gran jugada de Piero, terminó con el anticipo en el cabezazo de Miguel Torres. Un zambullido a la gloria en área íntima. El “1” de los grones no reaccionó a tiempo y el baló se le escurrió de entre las manos. Matute vio celebrar al  crema el primer gol del match, premio justo al jugador en su partido 100 con esta camiseta y al equipo de Chemo, que presionaba con la confianza de quien no pierde en este campo de batalla desde hace cuatro años, los mismos en los que Alianza no se alza con el título.

Debe haberle dolido a la garra crema, sobretodo por haber sido el dominador de la primera mitad, cuando los de La Victoria encontraron el gol al cierre del primer tiempo en jugada aislada, como un calco de la “U” de Reynoso. Un sombrerito de Fleitas a Galván, su Némesis que fue a pegarle abajo innecesariamente y así desentendiéndose de la jugada, provocó un pase a González, el correcto paragua que de volea y sin mirar al arco hizo a todo Matute cruzar los dedos, soñando con un destino de red. Despeje a medias de Fernández, que de súper poco le queda, y aparición de Cristopher Soto, novel tanque blanquiazul quien no dudó en fusilar al primer palo, como escuchando la plegaria del Comando Sur y así anotar su primer gol en clásicos. 1-1 y al descanso.

Si bien Alianza emparejó en algo el juego, el golpe lo dio Universitario. Alva, luego no habido, incursionó sin marca por la franja izquierda, producto de una buena recuperación del Galliquio. Centro peligroso, debajo de la rodilla y al corazón del área chica, provocó el tercer y fatal error de Libman: soltó el baló y, en consecuencia, Edgar Villamarín la empujó adentro. Labarthe supo del gol gracias a la Trinchera, que lo gritó  ya acostumbrado a ver su equipo imponerse en cancha de compadre.

El dueño de casa se puso por fin a jugar, por el momento del partido, por el contexto de la tabla y más importante, por los cambios de Costas. Bien el ex bidón Neyra, quien entró para mejorar al equipo con su buena distribución de pelota. Sin miedo Paolo Hurtado, rápido y gambeteador, aprovechó el cansancio de los de Chemo.

En la otra banca Del Solar metió a Piriz Alvez. Anunciado el cambio, Alberto Beingolea, consternado por la decisión técnica, pronunció algo alejado del micrófono “¿QUEEE?”. Sin embargo, el cambio resultó un gran acierto: el delantero uruguayo hizo un buen pressing, estancando el avance blanquiazul.

Alianza insistía, y aunque no era dominador del encuentro, sus incursiones al área rival parecían ser cada vez más peligrosas que las de Universitario. En esos dimes y diretes de los compadres, una jugada fortuita terminó con el K.O de Piriz Alvez. Felitas, al despejar una pelota con el pie, le dio de lleno al rostro. Esta vez fue la “Máquina” quien noqueó a un clásico rival, a saber de aquel segundo partido por los playoffs del año pasado jugado en el Monumental de Ate.

Con la angustia de los últimos minutos, el reloj de arena parecía acabarse. La “U” conseguía una trabajada victoria que lo acercaba dos puntos a su oponente y así a la Copa Libertadores. Una pelotera en área crema propicionaría un gol muy especial en Matute. Fleitas, aquel defensa recio, sin mayor talento a destacar salvo su coraje y oportunismo ofensivo, mandaría a guardar un zurdazo salvador. Como en otras oportunidades, el defensa argentino se mandó al ataque y anotó un gol cerca del final.

Fue sólo un punto, es cierto. Para los cremas queda la desazón de haber tenido los tres puntos en la palma de la mano, de no poder presionar más a su compadre, de no perder otra vez en Matute, aunque sin ganar un clásico este año, ni vengar su derrota en el Monumental. Para Alianza es mantener una cantidad de empates en la Liguilla que evitó su alza en la tabla, meterle más de un gol a la “U” en Matute después de mucho, saber que tiene una fecha más con la misma diferencia. Para Fleitas es sólo un punto, que de seguro tuvo sabor a todos los que le pusieron luego de su operación tras el recordado choque con Galván. Leandro fue la Máquina que le dio un empate más a Alianza.

lunes, 8 de noviembre de 2010

La 'U' avanza un 'Cachito'


Una mañana de la semana pasada. Despierto legañoso, agarro el periódico y lo leo: ‘Chemo’ Del Solar increpó a Ramírez en una práctica por su actitud apática. (Sigo leyendo y me emociono). ‘Chemo’ Del Solar sacó a Ramírez de la práctica diciéndole que no vuelva hasta querer entrenar de verdad (Sonrío). ‘Chemo’ Del Solar no incluye en la lista de concentrados a Ramírez (Felicidad). Dos días después se vocea que Ramírez tendría sus horas contadas en Universitario de Deportes (Victoria).
Explico mi emoción ante los hechos. Luis Ramírez es el típico jugador que me pone de mal humor: siempre queriendo hacer una de más,  buscando –sin éxito- la imposible, jugando lento, trasladando como si se ganara cómodamente, una actitud desganada (“pecho frío”), cero ‘feeling’ con la hinchada, yendo a las divididas con miedo, rematando al arco con la fuerza de una niña de seis años...
Desde que apareció, sin embargo, el periodismo deportivo se ha dedicado a recalcar el diamante en bruto que es Ramírez –junto a su compañero de promoción, el impresentable Junior Ross-, a definirlo como el abanderado del ‘fútbol de toque’ (¿a nadie más le jode cada vez que se habla así?) que caracteriza al balompié nacional, se ha rendido ante sus pies por un partido bueno cada dos meses, ha festejado jactanciosamente sus tacos intrascendentes en la mitad de la cancha; en resumidas cuentas, la mediática y ‘apadrinadora’ prensa peruana se ha dedicado a hacerle crecer el ego de manera completamente injustificada.
Es cierto que el tal Ramírez jugó un par de partidos buenos con la ‘U’ este año, que metió un gol importante en la Libertadores y que llegó a la Selección de Markarián. Pero también es cierto que no basta con jugar solo un par de partidos buenos al año en tu equipo, que no es mérito meterle un gol al Libertad de Paraguay si luego fallas diez contra Inti Gas, Alianza Atlético o Sport Huancayo. Y es un hecho -seamos sinceros- que en la selección no tendrá un puesto a menos que sea por la terquedad del entrenador (tipo Autuori con Zegarra): los partidos en los que jugó pasó desapercibido.
Poco después de que leo el periódico aparecen declaraciones del vocero de la Junta Transitoria del club, Julio Álvarez. Ahora bien, este señor podrá ser el Leguía de la presente directiva dadas sus impertinentes y torpísimas declaraciones (producto de una clara necesidad de atención), pero la frase que soltó sobre el jugador en cuestión fue tan precisa como genial: “Ramírez es un jugador de ballet”. Completamente de acuerdo, pues sintetiza la larga lista de críticas que hago algunos párrafos más arriba.
Como hincha de la ‘U’, a Ramírez no lo quiero en mi equipo desde la primera vez que llegó, allá por el 2008. Siempre lo he considerado un jugador que me produce alergia, que representa todo aquello por lo cual el fútbol peruano no progresa. De ahí mi felicidad con la noticia: siento que se da un paso adelante con este reconocimiento público a su apático carácter simbolizado en las acciones de ‘Chemo’ y la frase de Álvarez. Pienso que con esto la ‘U’ y el fútbol nacional avanzan un ‘cachito’.

viernes, 29 de octubre de 2010

De Dios a mortal: Las pataletas de 'Paolín'

Desde que apareció con la selección en las Eliminatorias para Alemania 2006, Paolo Guerrero se convirtió en algo así como el engreído de la tribuna. Era el futbolista con coraje y huevos, el que dejaba todo en la cancha, el goleador oportunista, próximo capitán y un sinfín de calificativos grandilocuentes. Guerrero era, pues, el jugador que siempre debía estar.
Con el paso del tiempo, sin embargo, empezó la caída acelerada: lesiones, expulsiones, problemas con los hinchas, problemas con sus compañeros, problemas con artistas, entre otros… Guerrero se convirtió en prescindible. Y es cierto: para jugador con huevos la insignia es ahora Vargas, para ‘Capitán Futuro’ (por más absurdo que suene) la prensa pone a Zambrano, para goleador oportunista han aparecido nombres como el de Fernández, Rengifo o están los 134 goles de Pizarro. Ya no podemos decir que la posición de referente de área en la selección le cae de manera tácita a Guerrero. Seamos sinceros entonces: por momento actual, Paolo es banca y quizás ni siquiera la primera alternativa de cambio.
Pero, ¿qué pasó con Guerrero?, ¿cómo así de la noche a la mañana el jugador sufre un cambio tan radical? Ensayaré una respuesta: yo creo que a Paolo lo fregó el ‘Paolín’ de Carlos Álvarez. Me parece la idea que más se ajusta a lo que hemos visto, más allá de que no sea la más lógica.
El humor en la cultura peruana posee un lugar privilegiado, pues el peruano es un ser pícaro, presto a la pendejada, al chongo, con ganas de joder siempre. El humor es una manera de ridiculizar, de burlarse de los superiores: de igualar en una sociedad desigual. Por eso los programas cómicos en nuestro país son un éxito seguro. Y funciona mejor cuando eres un gran humorista, como es el caso de Carlos Álvarez.
El humor es también ‘exagerar’ y un personaje como ‘Paolín’ lo hace sobre uno de los rasgos más característicos para la burla: la homosexualidad. De este modo, no es difícil entender que al sujeto idealizado como “el paradigma del hombre peruano” le afecte que se le dé un giro de 180 grados en el imaginario popular. Guerrero es como el héroe de la tragedia clásica: una vez en la cúspide y gozando de su condición divina tocará verlo caer y convertirse en uno más de los mortales.
Evidentemente el asunto de su carácter también entra a tallar. Es claro que Guerrero requiere de un psicólogo por su personalidad engreída ya formada y para la cual es aún más contraproducente un cargamontón de mofa como el que ‘Paolín’ representa (así como lo fue la divinización anterior del hincha). Guerrero está, pues, perturbado, fuera de foco, aún visiblemente afectado por haber perdido la condición a la que los peruanos lo elevamos, por haber perdido el respeto en su tierra; se encuentra notoriamente incómodo con la nueva personificación que el hincha hace de él. De ahí su susceptibilidad, sus berrinches, sus peleas, sus insultos. En otras palabras, acostumbrado hasta hace poco a su status incuestionable de Dios, Guerrero se ve ahora atrapado en una forma mortal, y eso molesta sobremanera su hinchado ego.
La solución es clara, sin embargo: el goleador con goles se crea. Por ahí tiene que comenzar. Por eso yo justifico su molestia al ser cambiado en el último partido de la Bundesliga. La considero la clásica impotencia futbolística y quiero creer que simboliza que Guerrero va entendiéndose nuevamente como mortal. Porque frustrarse, 'Paolín', sí es humano.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Jugadores de casino

Ya sucedió en las Eliminatorias pasadas. Peruanos hicieron de las suyas en una noche difícil de olvidar en aquel Hotel del pecado. Días después nos comimos la primera goleada en nuestro enésimo intento por regresar a una cita mundialista.

Muchos objetan: en Europa se juerguean también: Suecia, eliminada del Mundial en un partido definitorio, salió de jarana, prostituas incluídas. En las fotos aparece el jugador más caro en la historia del Barcelona, Zlatan Ibrahimovic. Imposible olvidar los escándalos ingleses, casi siempre con John Terry a la cabeza, llenos de alcohol e infidelidades. Lo mismo en Alemania, en la época de los goles de Pizarro con la número 14 del Bayern Munich. El propio Kahn, capitán, líder y figura, envuelto en consumo masivo de productos de calidad germana: cerveza y mujeres.

Ser futbolista es un trabajo y como tal, debe tomarse seriamente. Cuidar el cuerpo y la imagen es indispensable para el presente y futuro del jugador, así como el de su equipo. De eso no entiende casi ningún futbolista, en especial los de billetera ancha y cerebro pequeño. Jugador, hazle caso a Oblitas: tu cervecita tranquilo en casa, para qué más.

La primera derrota de la era Markarián fue muy seria: gol de Panamá y salidita nocturna sin permiso del comando técnico. La ida al casino de jugadores de nuestro seleccionado, cuando la orden expresa era la de quedarse a descansar en sus habitaciones, más que sorpresa causa asco. No juegan en la cancha, pero sí en los casinos. La reincidencia de Farfán lo alejaría de la selección por otros cuatro años, a ver si para esa ocasión deja las mañas para el césped y no para la escapadita caleta.

En el vecino Chile ocurrió un hecho similar al sonado caso "Golf Los Incas". Los mapochinos se hundieron en lo más profundo de la tabla en aquella eliminatoria. Borrón y cuenta nueva. Con juventud, talento y orden tanto fuera como dentro de la cancha, los sureños llegaron a octavos de final del Mundial. Perú, por otra parte, parece empecinado a seguir luchando las dos últimas plazas de Sudamérica. Más que jugadores de fútbol, tenemos jugadores de casino.

PD: Jerffersón Farfán, gracias por ilusionarnos con tus desbordes y jerarquía en la cancha. Inclinabas el juego a nuestro favor en algunos pasajes de los partidos. Entendemos, entonces, que con ese peso en los hombros, tu cuerpo haya querido salir de la habitación para visitar un casino con prostitutas, cuando la orden era quedarse resguardado entre las sábanas. Eras la imagen del líder. No vengas con excusas tipo "no podía dormir y salí a dar una vuelta". Foquita, si no puedes dormir, haz abdominales hasta que se te cierren los ojos.

El cassette repetido

Uno no espera que un atleta sea una persona elocuente, de hecho, no interesa. En general, lo que se espera de un deportista dista bastante de su facilidad de palabra o sus conocimientos de índole cualquiera. Una persona dedicada al deporte cumple cuando el desarrollo en su ámbito de turno es el adecuado; de esa manera habla y es elocuente: con sus acciones.
Sin embargo, al ser el deportista un hombre público en el mundo contemporáneo, su palabra (y accionar) fuera de aquella hábitat natural es buscada por los hombres de prensa, es interesante para la hinchada, es aquello que vende; es decir, en ese contexto, sí importa. Ahora bien, no es ciencia cierta, pero suele decirse que quien mucho entrena el cuerpo, poco lo hace con la mente. No será ciencia cierta, como se dice, pero de que tiende a ser una verdad empírica, no hay muchas dudas.
En el medio futbolístico peruano (y en general en el mundo) no abundan los ‘peloteros’ con gran manejo de palabra frente a un micrófono. Frases cliché como “todo rival es muy difícil”, “solo nos queda seguir trabajando” o “esto es resultado del trabajo de todo el equipo” son el pan de todos los días en los medios deportivos nacionales. Qué se hace, pues, la palabra de un futbolista, por más vacía, repetitiva o ininteligible que sea, vende y hay que aceptarlo. La cuestión es cuando se cruza aquel mencionado umbral de la frase cliché y se llega al razonamiento nulo, como fue el caso de Jefferson Farfán luego del último partido amistoso contra Costa Rica: “se sacó tres puntos importantes”.
Por supuesto, es gracioso y no causa daño a nadie. Me imagino lo que dirán quienes no comparten mi postura: “a mí me interesa que un futbolista juegue bien, no que hable bien”. Pero a lo que va el presente comentario es a ese aprendizaje mnemotécnico de frases trilladas y aburridas que el común de los futbolistas emplea. Ya no se trata de que el deportista de turno escuche la pregunta y busque dentro de su bagaje de frases la que corresponde al momento, no, en el caso de Farfán se llegó al extremo de no poder hilar el contexto en el que se encuentra (o la pregunta de turno) con aquellas frases aprendidas. Un retroceso en el proceso.
Claro que hay futbolistas que no solamente se defienden en el terreno de la palabra, sino que suelen ser jugadores con capacidad para criticar, polemizar o poner en jaque a los reporteros. Mención para Piero Alva, Nolberto Solano, Leao Butrón o Walter Vílchez. Incluso hay quienes se aventuran en la palabra escrita con cierta decencia. El factor educación, queda claro, es benevolente con muy pocos.
Repito, no estoy diciendo que tal o cual jugador tiene poca capacidad mental, tampoco pido que los jugadores nos sorprendan con frases rimbombantes. Yo entiendo que hay patrones y hasta códigos ya establecidos, que hay frases banderas a emplear ya por respeto, ya por pereza mental, ya por carencia de ideas, etc. Lo único que desde este rincón se solicita es que si al menos no se va a cambiar de cassette, que se rebobine.

Palcos en el Estadio Nacional

Sabido es por todos que el Estadio Nacional de Lima se encuentra en remodelación con vistas a una mejora de sus instalaciones. Desde aquí, por supuesto, saludamos la propuesta y, tras conocer los planos de cómo lucirá el coloso José Díaz tras la finalización de las obras, nos emocionamos al saber que contaremos con un escenario de primer orden mundial.
Mi interés y la problemática que planteo tienen que ver, sin embargo, con la creación de palcos en el estadio. Se tratarán de 360 palcos encima de las cuatro tribunas del Estadio Nacional. Palcos que, según ha dicho el Presidente del IPD, Arturo Woodman, lo más probable es que entren en concesión por una buena cantidad de años. Más allá de la gente que piensa que esto afectará a los conciertos que podrían realizarse en el recinto (parecido al problema del Estadio Monumental de Ate), cosa que no pasará, la cuestión que me pregunto es si realmente es buena idea construir beneficios de ese tipo en el principal escenario deportivo de nuestra patria, lugar donde se llevan a cabo varias disciplinas deportivas ajenas al fútbol.
¿Con qué derecho habrá 360 personas, empresas, asociaciones, etc. con un poder de ese tipo en un escenario común (y lógicamente, público) como el Estadio Nacional? ¿No hubiera sido mejor obviar un tema como los palcos que implican, de cierto modo, la expropiación de cierto territorio común? Los palcos del Estadio Nacional simbolizan, a mi entender, un retorno a prácticas obsoletas, del estilo oligárquico; lo veo como una forma de convertir en privado lo que es público, la forma de instaurar una élite o una jerarquía innecesaria. Es, en resumidas cuentas, una forma bastante absurda de segregar al público que desea asistir al estadio (más allá de la ya problemática división de las tribunas y todo el debate que pueda armarse alrededor de eso) y de generar una innecesaria polémica entre el aficionado peruano.
Creo que el Señor Woodman y los encargados de la modernización del Estadio Nacional se hubieran ahorrado un gran conflicto social y hasta ético si hubieran pensado en emplear el dinero de los palcos en una ampliación en la capacidad del Estadio o alguna otra mejora que pudiera considerarse realmente necesaria en vez de crear un elemento de la discordia como considero que son esos palcos.

Rey de la Liguilla B

Su rugido prevaleció en la cancha sintética del norte. León de Huánuco consiguió un meritorio triunfo de visita frente a una César Vallejo que empieza a desdibujarse. Los dirigidos por Mario Viera -quien dejará la Insitución a finales de año- parecen haberse resignado a ver como otr provinciano se lleva el título de la Liguilla y, por lo tanto, un pasaje a la final Nacional.

Franco Navarro lo ha hecho de nuevo. Su Estudiantes de Medicina debe ser el chico más grande de los últimos años, con Barrionuevo como extranjero estrella, Alex Magallanes hecho todo un Riquelme y Germán Carty, la avestruz goleadora que allá por el 2001 ya tenía pinta de retiro. Al hombre denle un Chiquito en el arco, un ex delantero en la defensa y un pecho frío como volante y te arma una columna vertebral inquebrantable. Así se armó el Ciclón del Norte, sin la realidad de Manco, Ciciliano o Tejada y que llegó a la Libertadores.

Nuevamente, esta columna vertebral repite el plato y tal como sucediera el año pasado con el Aurich está peleando el título. Con las agrandadas asistencias de Jean Ferrari, los recursos de náufrago que domina Luis Perea, los disparos asesinos de su 10, Bob Patiño - o simplemente Gustavo Rodas-  y el sacrificio en la volante del delnatero Calheira (no olvidar su granito de 10 goles), esta es la crema del momento: una fiera de local, las lucha todas como visitante, gana con fútbol y garra.

León de Huánuco es la actitud que no está en Ate, el milagro que no aparece en Matute, la serenidad que no llega en Crsital, la regularidad que no tiene la César Vallejo, la empatía que no tiene el Aurich, los cojones de tirarle un piedrazo de Goliat. Tienen medio pie en la final porque no fallan los goles que se come Paolo Hurtado con la blanquiazul, porque Rodas juega a su mejor nivel más seguido de lo que lo hace Piero Alva, porque Jean Ferrari mete los pases que Candelo parece haber olvidado controlar, porque su técnico no restringe el talento de sus mejores armas como si hace el Cabeza Terca Reynoso y, finalmente, porque a veces el fútbol da revanchas inexplicables a jugadores cuyo techo ya estaba escrito.


Franco (Navarro) que puede salir campeón. Que lo grite Johan Fano y todo Huánuco: este León está a la caza del título.

martes, 26 de octubre de 2010

¡'Chorri', apóyanos!


Roberto “El Chorrillano” Palacios es quizás el jugador peruano más querido de los noventas y la primera mitad de esta década. Fue el abanderado en los procesos de eliminatorias para los mundiales de Francia, Corea-Japón y Alemania y se ganó el aprecio de la hinchada no solamente por sus goles (golazos), sino por el indiscutible amor que mostró siempre por la camiseta peruana.
Hablar de los méritos que el ‘Chorri’ tiene para encontrarse en la posición de casi ídolo de la selección peruana de las últimas dos décadas es innecesario; todos conocemos de sus galardones y recordamos con emoción rebosante las tardes y noches de alegría que nos hizo vivir al ponerse la número 10 de la selección (y al ponerse, en más de una ocasión, a los otros otros 10 al hombro).
La cuestión con Palacios es que parece no entender cuándo es el momento de detenerse, de dar un paso al costado. Es indiscutible que, por méritos actuales, Palacios no está para formar parte del proceso de Sergio Markarián en la selección. Si los méritos fueran por amor incondicional y a prueba de balas hacia la ‘blanquirroja’, probablemente el ‘Chorri’ podría jugar ahí y ser el capitán de por vida. Pero no, Palacios debe entender que su tiempo en el equipo nacional llegó a su fin hace ya varios años atrás, que el favor que le hizo ‘Chemo’ al convocarlo para un par de partidos en las eliminatorias pasada fue justamente a manera de agradecimiento. El ‘Chorri’ tiene que meterse en la cabeza que actualmente se encuentra en otra etapa de su carrera, que está ya de salida del fútbol, y que si todavía desea contribuir con su país de alguna manera, la mejor sería dedicándose a la formación de nuevos valores: pasando la posta.
Es quizás irónico (y seguramente seré satanizado por muchos), pero creo que ese es el problema con el ‘Chorri’: su deseo de perennizarse en la selección. De ahí sus constantes comentarios y hasta ruegos de convocatoria, sus declaraciones sobre el tema ‘selección’ siempre que puede. Yo no digo que no sea autoridad para hablar del asunto, pero eso mismo, que hable del asunto como un ser externo a él y que, de una vez por todas, comprenda que su extenso ciclo con la ‘blanquirroja’ llegó hace rato a su fin. El fin de una carrera sin un logro saltante, es cierto, pero que todos los peruanos recordaremos siempre como una trayectoria intachable y que nos llena de emoción. Que la cosa no cambie, ‘Chorri’: apóyanos.

lunes, 25 de octubre de 2010

Nacionalizados en la Selección

En las Eliminatorias para Francia 98, las primeras que realmente viví como hincha peruano, no dejé de sorprenderme con la imagen de dos jugadores nacidos fuera de nuestras fronteras usando la blanquirroja. Se trataba, por supuesto, de Julio César Balerio y el carismático ‘Julinho’. Recuerdo que mi padre me explicó sobre el proceso de nacionalización y, a grandes rasgos, terminé entendiéndolo. La pregunta que quedó rondando en mi -no tan conocedora por entonces- mente futbolera fue si acaso no existían dos jugadores peruanos capaces de cubrir los puestos de Balerio y ‘Julinho’, y si realmente era tan imperativo -como se entiende que, en efecto, es una nacionalización de este tipo (y la urgencia o necesidad que existe detrás de ella)- contar con aquellos dos elementos por encima de algún oriundo de estas tierras.
Prueba de que el presente artículo no busca generar opiniones xenófobas o caer en un obsoleto nacionalismo es que ya a esa edad, con tan solo 9 años, y dándole un rápido vistazo al torneo local, comprendí que no, que en efecto no existían prospectos que sacarán ventaja o igualarán el rendimiento de Balerio y ‘Julinho’. Es decir, entendí plenamente su convocatoria.
Ahora bien, vamos a la lógica y a las verdades. Y vamos paso a paso. Que la primera opción en una selección no sea el contar con jugadores nacionales, sino con nacionalizados, es una evidente falsedad, pues de ser así los cazatalentos de jugadores ‘a nacionalizar’ abundarían, o un entrenador que recién asume el cargo se pondría a buscar jugadores destacados a nivel mundial para conformar un equipo globalizado, tipo un club, que ‘represente’ al país de turno. Y claramente no es así. El tema de un “seleccionado nacional” implica, pues, cierta mística y sentimiento distinto al de un club. Y esto lo digo por más hincha que soy de determinado equipo y también por mucho que los teóricos intelectuales discutan y condenen hasta el hartazgo el concepto de ‘nación’ y su condición construida y artificiosa. Considero que un equipo nacional debe representar, debe unir, cohesionar a aquellos que lo integran con los que estamos fuera del mismo. Repito, no se entienda en términos xenófobos, solo busco desaparecer algunas hipocresías que pululan en el ámbito periodístico, en donde ‘guardar las formas’ a veces es caer en el patetismo de opinión.
Si tenemos en cuenta, además, que por cantidad de jugadores convocables nos encontramos en un escenario un tanto distinto al de Francia 98 (a mi parecer ‘Chemo’ no mintió tan descaradamente con aquello de ‘la mejor generación de futbolistas en 20 años’… ah, ¡¿dijo 50?!), pensar en nacionalizar por nacionalizar me parece completamente absurdo. Dicho esto, en las últimas semanas han sonado los apellidos Rodas, Alemanno, Ferreyra, Vitti y hasta Fleitas como posibilidades para la selección nacional. Yo pregunto si son realmente necesarios los cinco nombres mencionados. ¿No existe una respetable cantidad de arqueros como para pensar en Ferreyra?, ¿hace cuánto Perú no tenía un número considerable de delanteros como el actual como para querer convocar a Alemanno? No me tomen a mal, son muy buenos jugadores para nuestro medio, completamente convocables de no tener lo que tenemos, pero ¿para qué nacionalizarlos ahora? No son realmente necesarios, no superan a los que ya hay en sus puestos. Para mí, un nacionalizado debe marcar diferencia (así como un extranjero que viene a jugar a un club) y en los dos casos mencionados eso no ocurre. Por eso el tema de Rodas y Vitti es distinto: en el Perú no tenemos jugadores en la posición de enganche desde Palacios. Se puede pensar en los volátiles Ramírez, Neyra, Sheput o hasta Mariño, pero no son de confianza dada su irregularidad. En el caso de los enganches argentinos, por ende, creo que sí cabe el análisis; se trata de una posición donde carecemos de jugadores. Finalmente, Fleitas… ¿en serio? Fleitas es más central que marcador por izquierda, ojo. Centrales tenemos, y si se busca marcadores los nombres no abundarán, pero los que hay en carpeta (Rabanal, Vílchez e incluso un retraso de Vargas) son, desde mi punto de vista, claramente superiores a la denominada ‘Máquina’. Es un jugador limitado, con garra, sí, que va adelante siempre, pero que no tiene los méritos. Fleitas es quien mejor me sirve de ejemplo con esto de que caemos en la desesperación de nacionalizar por nacionalizar.
Tomémoslo, pues, con mesura y pensemos que, siendo lo mediáticos y amarillistas que somos los peruanos, los jugadores foráneos que se ofrezcan a defender la blanquirroja serán muchos; ofertas no van a faltar, más bien no nos dejemos estafar. Y ojo: jugadores peruanos, si se buscan bien, tampoco es que falten en demasía. Propongo, entonces, que no nacionalicemos si es que realmente no se trata de un nuevo Balerio o ‘Julinho’, de jugadores en posiciones en donde realmente no haya nada más. Cosa que así, cuando tenga yo que explicarle el tema a mi hijo, la cosa le sea también entendible.