Roberto “El Chorrillano” Palacios es quizás el jugador peruano más querido de los noventas y la primera mitad de esta década. Fue el abanderado en los procesos de eliminatorias para los mundiales de Francia, Corea-Japón y Alemania y se ganó el aprecio de la hinchada no solamente por sus goles (golazos), sino por el indiscutible amor que mostró siempre por la camiseta peruana.
Hablar de los méritos que el ‘Chorri’ tiene para encontrarse en la posición de casi ídolo de la selección peruana de las últimas dos décadas es innecesario; todos conocemos de sus galardones y recordamos con emoción rebosante las tardes y noches de alegría que nos hizo vivir al ponerse la número 10 de la selección (y al ponerse, en más de una ocasión, a los otros otros 10 al hombro).
La cuestión con Palacios es que parece no entender cuándo es el momento de detenerse, de dar un paso al costado. Es indiscutible que, por méritos actuales, Palacios no está para formar parte del proceso de Sergio Markarián en la selección. Si los méritos fueran por amor incondicional y a prueba de balas hacia la ‘blanquirroja’, probablemente el ‘Chorri’ podría jugar ahí y ser el capitán de por vida. Pero no, Palacios debe entender que su tiempo en el equipo nacional llegó a su fin hace ya varios años atrás, que el favor que le hizo ‘Chemo’ al convocarlo para un par de partidos en las eliminatorias pasada fue justamente a manera de agradecimiento. El ‘Chorri’ tiene que meterse en la cabeza que actualmente se encuentra en otra etapa de su carrera, que está ya de salida del fútbol, y que si todavía desea contribuir con su país de alguna manera, la mejor sería dedicándose a la formación de nuevos valores: pasando la posta.
Es quizás irónico (y seguramente seré satanizado por muchos), pero creo que ese es el problema con el ‘Chorri’: su deseo de perennizarse en la selección. De ahí sus constantes comentarios y hasta ruegos de convocatoria, sus declaraciones sobre el tema ‘selección’ siempre que puede. Yo no digo que no sea autoridad para hablar del asunto, pero eso mismo, que hable del asunto como un ser externo a él y que, de una vez por todas, comprenda que su extenso ciclo con la ‘blanquirroja’ llegó hace rato a su fin. El fin de una carrera sin un logro saltante, es cierto, pero que todos los peruanos recordaremos siempre como una trayectoria intachable y que nos llena de emoción. Que la cosa no cambie, ‘Chorri’: apóyanos.

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