En las Eliminatorias para Francia 98, las primeras que realmente viví como hincha peruano, no dejé de sorprenderme con la imagen de dos jugadores nacidos fuera de nuestras fronteras usando la blanquirroja. Se trataba, por supuesto, de Julio César Balerio y el carismático ‘Julinho’. Recuerdo que mi padre me explicó sobre el proceso de nacionalización y, a grandes rasgos, terminé entendiéndolo. La pregunta que quedó rondando en mi -no tan conocedora por entonces- mente futbolera fue si acaso no existían dos jugadores peruanos capaces de cubrir los puestos de Balerio y ‘Julinho’, y si realmente era tan imperativo -como se entiende que, en efecto, es una nacionalización de este tipo (y la urgencia o necesidad que existe detrás de ella)- contar con aquellos dos elementos por encima de algún oriundo de estas tierras.
Prueba de que el presente artículo no busca generar opiniones xenófobas o caer en un obsoleto nacionalismo es que ya a esa edad, con tan solo 9 años, y dándole un rápido vistazo al torneo local, comprendí que no, que en efecto no existían prospectos que sacarán ventaja o igualarán el rendimiento de Balerio y ‘Julinho’. Es decir, entendí plenamente su convocatoria.
Ahora bien, vamos a la lógica y a las verdades. Y vamos paso a paso. Que la primera opción en una selección no sea el contar con jugadores nacionales, sino con nacionalizados, es una evidente falsedad, pues de ser así los cazatalentos de jugadores ‘a nacionalizar’ abundarían, o un entrenador que recién asume el cargo se pondría a buscar jugadores destacados a nivel mundial para conformar un equipo globalizado, tipo un club, que ‘represente’ al país de turno. Y claramente no es así. El tema de un “seleccionado nacional” implica, pues, cierta mística y sentimiento distinto al de un club. Y esto lo digo por más hincha que soy de determinado equipo y también por mucho que los teóricos intelectuales discutan y condenen hasta el hartazgo el concepto de ‘nación’ y su condición construida y artificiosa. Considero que un equipo nacional debe representar, debe unir, cohesionar a aquellos que lo integran con los que estamos fuera del mismo. Repito, no se entienda en términos xenófobos, solo busco desaparecer algunas hipocresías que pululan en el ámbito periodístico, en donde ‘guardar las formas’ a veces es caer en el patetismo de opinión.
Si tenemos en cuenta, además, que por cantidad de jugadores convocables nos encontramos en un escenario un tanto distinto al de Francia 98 (a mi parecer ‘Chemo’ no mintió tan descaradamente con aquello de ‘la mejor generación de futbolistas en 20 años’… ah, ¡¿dijo 50?!), pensar en nacionalizar por nacionalizar me parece completamente absurdo. Dicho esto, en las últimas semanas han sonado los apellidos Rodas, Alemanno, Ferreyra, Vitti y hasta Fleitas como posibilidades para la selección nacional. Yo pregunto si son realmente necesarios los cinco nombres mencionados. ¿No existe una respetable cantidad de arqueros como para pensar en Ferreyra?, ¿hace cuánto Perú no tenía un número considerable de delanteros como el actual como para querer convocar a Alemanno? No me tomen a mal, son muy buenos jugadores para nuestro medio, completamente convocables de no tener lo que tenemos, pero ¿para qué nacionalizarlos ahora? No son realmente necesarios, no superan a los que ya hay en sus puestos. Para mí, un nacionalizado debe marcar diferencia (así como un extranjero que viene a jugar a un club) y en los dos casos mencionados eso no ocurre. Por eso el tema de Rodas y Vitti es distinto: en el Perú no tenemos jugadores en la posición de enganche desde Palacios. Se puede pensar en los volátiles Ramírez, Neyra, Sheput o hasta Mariño, pero no son de confianza dada su irregularidad. En el caso de los enganches argentinos, por ende, creo que sí cabe el análisis; se trata de una posición donde carecemos de jugadores. Finalmente, Fleitas… ¿en serio? Fleitas es más central que marcador por izquierda, ojo. Centrales tenemos, y si se busca marcadores los nombres no abundarán, pero los que hay en carpeta (Rabanal, Vílchez e incluso un retraso de Vargas) son, desde mi punto de vista, claramente superiores a la denominada ‘Máquina’. Es un jugador limitado, con garra, sí, que va adelante siempre, pero que no tiene los méritos. Fleitas es quien mejor me sirve de ejemplo con esto de que caemos en la desesperación de nacionalizar por nacionalizar.
Tomémoslo, pues, con mesura y pensemos que, siendo lo mediáticos y amarillistas que somos los peruanos, los jugadores foráneos que se ofrezcan a defender la blanquirroja serán muchos; ofertas no van a faltar, más bien no nos dejemos estafar. Y ojo: jugadores peruanos, si se buscan bien, tampoco es que falten en demasía. Propongo, entonces, que no nacionalicemos si es que realmente no se trata de un nuevo Balerio o ‘Julinho’, de jugadores en posiciones en donde realmente no haya nada más. Cosa que así, cuando tenga yo que explicarle el tema a mi hijo, la cosa le sea también entendible.
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