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miércoles, 27 de octubre de 2010

Palcos en el Estadio Nacional

Sabido es por todos que el Estadio Nacional de Lima se encuentra en remodelación con vistas a una mejora de sus instalaciones. Desde aquí, por supuesto, saludamos la propuesta y, tras conocer los planos de cómo lucirá el coloso José Díaz tras la finalización de las obras, nos emocionamos al saber que contaremos con un escenario de primer orden mundial.
Mi interés y la problemática que planteo tienen que ver, sin embargo, con la creación de palcos en el estadio. Se tratarán de 360 palcos encima de las cuatro tribunas del Estadio Nacional. Palcos que, según ha dicho el Presidente del IPD, Arturo Woodman, lo más probable es que entren en concesión por una buena cantidad de años. Más allá de la gente que piensa que esto afectará a los conciertos que podrían realizarse en el recinto (parecido al problema del Estadio Monumental de Ate), cosa que no pasará, la cuestión que me pregunto es si realmente es buena idea construir beneficios de ese tipo en el principal escenario deportivo de nuestra patria, lugar donde se llevan a cabo varias disciplinas deportivas ajenas al fútbol.
¿Con qué derecho habrá 360 personas, empresas, asociaciones, etc. con un poder de ese tipo en un escenario común (y lógicamente, público) como el Estadio Nacional? ¿No hubiera sido mejor obviar un tema como los palcos que implican, de cierto modo, la expropiación de cierto territorio común? Los palcos del Estadio Nacional simbolizan, a mi entender, un retorno a prácticas obsoletas, del estilo oligárquico; lo veo como una forma de convertir en privado lo que es público, la forma de instaurar una élite o una jerarquía innecesaria. Es, en resumidas cuentas, una forma bastante absurda de segregar al público que desea asistir al estadio (más allá de la ya problemática división de las tribunas y todo el debate que pueda armarse alrededor de eso) y de generar una innecesaria polémica entre el aficionado peruano.
Creo que el Señor Woodman y los encargados de la modernización del Estadio Nacional se hubieran ahorrado un gran conflicto social y hasta ético si hubieran pensado en emplear el dinero de los palcos en una ampliación en la capacidad del Estadio o alguna otra mejora que pudiera considerarse realmente necesaria en vez de crear un elemento de la discordia como considero que son esos palcos.

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