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martes, 26 de julio de 2011

¿Por qué campeonó Uruguay?

Porque es el mejor equipo de América desde hace más de un año. Porque no solo la gente confía en el proyecto de su país, sino que los jugadores creen a muerte en Tabárez. Porque tienen jugadores destacadísimos en todo el mundo: Forlán, Suárez, Cavani, Lugano, Pérez, Godín, Muslera... Y porque también tienen de los obreros anónimos que han consolidado un rendimiento parejo y, en algunos casos, sobresaliente: Maximiliano y Álvaro Pereira, Arévalo, Cáceres, Lodeiro Gargano... La lista de jugadores potenciados por el entrenador es inacabable. Una vez Bielsa dijo que el mérito de un entrenador no está en identificar a los buenos o geniales jugadores, sino en detectar a aquellos jugadores regulares que pueden ser buenos. Tabárez y su cuerpo técnico lo escucharon, y plagaron a su Uruguay, en las posiciones donde les faltaba hombres, de jugadores parejos, rendidores, con los huevos bien puestos y con harto amor a la camiseta.

Porque la primera fase la pasó tranquilo, a media máquina, sabiéndose superior. Porque en cuartos de final se bajó a la Argentina de Messi, el equipo local, haciendo gala de la tan famosa garra charrúa. Porque en semifinales despachó sin mucho trabajo a un atrevido Perú que no dio la talla. Porque en la final hubo un solo equipo en la cancha, al demostrar Paraguay que llegó hasta esa instancia con más suerte que fútbol. Porque metió las que tenía que meter y evitó las que debía evitar. Y porque eso en el fútbol es sinónimo de éxito.

Porque tiene a Forlán, probablemente uno de los tres mejores jugadores sudamericanos del momento. Porque tiene a Suárez, un jugador que no deja de ascender en cuanto a rendimiento. Porque tiene a Lugano, no solo un gran defensor, sino un líder que inspira respeto y hasta miedo en los rivales. Porque los cuatro que jugaron al fondo siempre detuvieron a la ofensiva contraria. Y porque cuando no pudieron, Muslera se las ingenió para tapar de todo. Porque no es mentira eso de que los equipos se arman de atrás para adelante, pues el empujón anímico siempre viene desde la parte posterior. Y Uruguay armó su juego sobre una estructura segura defensivamente hablando, donde cada jugador colaboraba, donde cada elemento estaba comprometido con el equipo y confiado del proyecto de su técnico.

Porque Tabárez es un maestro. Porque aprendió de sus errores en Italia ’90 y regresó con fe y sabiduría a tomar el mando del equipo nacional, consciente de que esta era su real oportunidad. Porque sus directivos lo aguantaron al comienzo, cuando las cosas no salían bien. Porque eso es sinónimo de seriedad y la seriedad siempre da buenos frutos. Porque hay una idea de juego clara y directa, que no te anda con rodeos. Porque no te echa lujos ni paredes en exceso, pero jugó el mejor y más efectivo fútbol de toda la Copa América.

Porque los uruguayos deben tener el corazón más grande de todo América. Porque hay una mística quizás incomprensible para el resto de americanos, una suerte de magia que envuelve a su camiseta. Porque su pasado dejó de ser el pesado espejo en donde se intimidaba su presente. Porque se reencontró con su historia. Porque es Uruguay, señores, y a los mayores se los respeta.

lunes, 25 de julio de 2011

Gracias totales, Perú... totales

Quién duda de que fue una gran Copa América esta la del 2011. Ya estábamos acostumbrados a que ver los partidos de la selección frente a la pantalla de un televisor fuera un calvario, pero este equipo, este grupo formado por don Sergio Markarián y su equipo técnico —mencionémoslos, pues tienen igual mérito que el “Mago”— nos devolvió cada milímetro de aquella ilusión perdida. Y por eso las gracias deben ser eternas. Esta Copa la tendremos en la memoria por años, qué duda cabe. Qué grande, Perú.

El partido. Perú no fue tres goles superior a Venezuela durante el trámite del juego, seamos realistas. Venezuela pudo empatarlo porque Perú se aburguesó durante algunos minutos. Hubo groseros errores defensivos que fueron maquillados por la mala puntería o la falta de ingenio de los delanteros del rival. A lo que voy es que también actuó el factor suerte y de eso debemos ser conscientes, pues no siempre tendremos al azar —o el demérito del contrincante— de nuestro lado. Ya hablaremos de eso más adelante, pues hay mucho que decir sobre la defensa y su indiscutible evolución, pero también sobre sus aún indiscutibles errores de atención.

Fernández, a excepción de un par de jugadas, fue nuevamente seguro. Le hizo bien el partido ante Uruguay y su grosero error en el primer gol de Suárez. Esos son los partidos que hacen crecer a un portero y, a pesar de que ocurrió en las semifinales del torneo, es mejor que le haya ocurrido aquí y no en un partido clave de Eliminatorias. Luego unas líneas para Advíncula: su velocidad y su cada vez más depurada técnica se hicieron notar ni bien entró a la cancha. Fue un acierto de Markarián. El pase para el último gol de Paolo fue probablemente el mejor de su carrera. Dio una curva perfecta y dejó al delantero solo frente al arco.

Y para Guerrero no unas líneas, sino un párrafo aparte. Qué goleador tenemos. De los delanteros en actividad es el que más goles tiene con la selección (15). Ya supera a Pizarro y Farfán, por lo que tendremos una ofensiva de temer con miras a la clasificación al Mundial de Brasil. No creo que el Hamburgo pueda retenerlo luego de esto, está para un equipo que pelee más arriba en su liga. Quizás le haría bien cambiar de aires luego de tantos años en Alemania. Sea lo que sea, que escoja un club donde juegue, donde no vaya a calentar banca. Este es su momento, está en el pico de su carrera. Pareciera haber alcanzado la madurez que tanto le costó encontrar. Y lo celebra el Perú entero. Se puso el equipo al hombro en cada partido de la Copa y salió goleador de la misma. ¿Qué más se le puede pedir? Perú tiene ‘9’, señores. De-lan-te-ra-zo: cinco sílabas, cinco pepas.

Cómo no emocionarte al ver a tu selección en un podio, carajo. Cómo no emocionarte si es la primera vez en tu corta vida que ves un hecho así. Cómo no emocionarte con el saltito de Markarián luego del tercer gol, con la cara de niño feliz de Chiroque, con los golpes entre Vargas y Guerrero o con los abrazos interminables entre Libman, Fernández y Butrón. Cómo evitar la piel de gallina al ver la irreal imagen de una medalla sobre esa camiseta con la franja roja. Cómo no querer ser peruano hoy día y todos los días que juega la selección de Markarián.

El partido lo matamos de contragolpe en las cuatro ocasiones claras que tuvimos. Develamos todas las falencias de una vinotinto que se había acostumbrado a jugar como un incansable reloj y a la que nadie había vencido hasta este partido. Lo celebró todo un país. Como dice Markarián en el pegajoso comercial de una marca de cervezas, fueron once en la cancha y 30 millones fuera de ella. Desde que veo fútbol nunca vi al país tan unido detrás de la camiseta nacional. Desde el taxista hasta tu vieja, todos celebran el gran torneo. A todos nos pone una sonrisa en la cara. Esa alegría, Perú, tiene la “marka registrada” del “Mago” y sus muchachos. Y por eso el agradecimiento total.

miércoles, 20 de julio de 2011

Final de telenovela

Fue Justo, el arquero y capitán de los paraguayos. Detuvo el único penal fallado en un final de infarto. Lo merecían aquellos de los que se dice solo saben hacer telenovelas, aunque el final de este drama los dejara con el premio consuelo del orgullo color bronce: se medirán contra once compatriotas nuestros por la disputa del tercer lugar.

Venezuela desarma con sus armas. Va al ataque y procura poner la redonda al ras del suelo, su hábitat natural. Ha adoptado desde hace varios años el juego que suele asociarse con esta parte del mundo: buen toque y criterioso trasladado del balón. Hoy, dominaron a unos leones que están acostumbrados a partidos llenos de fibra y alta tensión.

No se achica, sino pregúntenle a Brasil, que no pudo vulnerarlo. No da un partido por muerto, sino pregúntenle a Paraguay, que lo tenía aniquilado en la fase de grupos, mas no pudo vencerlo. Y vuélvanle a preguntar a los guaraníes luego de esta semifinal. Esta vez, Paraguay supo aguantar el cero. Sí, los postes dieron una mano, así como también el mal cobro del árbitro al anularle un gol legítimo a la vinotinto.

Venezuela se ha ganado el respeto de todos. Sería de tontos pensar que solo se caracterizan por sus modelos o telenovelas aunque, qué duda cabe, han escrito un excelente guión en esa historia. De equipo goleado a protagonista de América. Sobrevivió a la historia y a sus críticos. Será un excelente rival para Markarián y sus dirigidos, y un honor enfrentarlos. Fue injusto porque Justo así lo quiso.

Dignísimo

Se acabaron las ilusiones en esta Copa América. Uruguay nos bajó de las nubes y nos mandó a pelear por un tercer puesto que, sin sonar crudo, era quizás el lugar que estábamos para luchar luego de vencer a Colombia. Las finales son para los mejores y quedó evidenciado ayer que el equipo oriental es más que nosotros, que sus jugadores tienen mayor oficio y que nuestra selección está aún en etapa de formación. A tener en cuenta eso a la hora de hacer el análisis.

Fue una Copa genial. Luego de mucho tiempo —que alguien me diga cuánto— el país se juntó debajo de la blanquirroja para alentar a muerte al equipo. ¿Hacía cuánto que Perú no ilusionaba así a su gente? No me refiero a partidos aislados, hablo de torneos, de la posibilidad de un logro concreto. Perú nos regaló una gran campaña, por más que también perdamos el sábado. Porque venció en los partidos que tenía que vencer para alegrar a su pueblo, los juegos que debía ganar para llegar a la meta de jugar seis veces, de darle 540 minutos de rodaje al sistema que Markarián quiere implantar. Y, de taquito, lo justo para darle la alegría al populacho. Lo agradecemos sobremanera.

Hubo errores garrafales ayer. No critiquemos que la pelota del primer gol se iba fuera y Fernández la metió. No, era muy pequeño el margen, el arquero se la jugó por la segura, pero rechazó mal y no hubo quien lo apoyara en el rebote. Chiroque se excedió en lo individual y vino la contra para el segundo de Suárez —complicidad de la defensa de por medio—. Lobatón no acertó un solo pase cuando entró, Guerrero se excedió más que nunca en la individual, Vargas fue todo menos un capitán y Carmona prefirió ser “Barney” antes que “Camión”, entre otros apuntes más. Pero en algún partido tenía que pasar esto, pues. No podíamos esperar efectividad absoluta de un plantel limitado. Un día tenían que jugar mal y ese día llego. No hubo “Mago” que nos salve esta vez.

Está bien que perdamos, que no nos acostumbremos solo a los buenos resultados, porque sería muy injusto e irreal luego del martirio que sufrimos hasta hace tan solo un año. Está bien que lloren, que se molesten, que quieran revancha y que busquen respuestas. No es el escenario ideal, pero es un escenario real y en alguna medida positivo, ya que nos hará más fuertes a futuro. Igual serán recibidos en el aeropuerto, igual varios de los jugadores se van al extranjero luego de la Copa. Igual a este Perú se le sigue agradeciendo y apoyando.

Ya cuando termine la Copa vendrá el momento del análisis minucioso y quizás sin tantas pasiones de por medio. Un estudio objetivo sobre los jugadores, los sistemas y los partidos. Ahora tratemos de terminar bien el torneo y vencer al derrotado de hoy día. Quedarnos con un tercer puesto sería un gran premio, porque esta Copa se empezó en inferioridad futbolística y se terminó mirando de frente a todos los rivales. Perú tiene una interesante materia prima, esperemos que la pueda convertir en una sólida manufactura, por más peculiar y limitada que sea. Yo confío en el hacedor que tenemos para este cometido.

martes, 19 de julio de 2011

Sale Perú a la cancha...

No importa cómo quede el partido de hoy día. Podemos perder, incluso perder jugando mal, olvidando todo lo que Markarián inculcó. Sea cual sea el resultado, esta selección se merece un aplauso y la confianza de todos con miras a las Eliminatorias. No pensando en una clasificación fija, pero sí en que nos asegurará una participación digna, cosa que urgimos.

Desde 1997, también de manera sorpresiva, el Perú no vivía una Copa como esta. Y eso, porque esta la sentimos mucho más, la gente la vive a mil. Luego de tanto tiempo en el infierno, nuestra selección pareciera encontrarse ya en el purgatorio, despojándose de tantos años de pecados futbolísticos —ojo, Burga, el plano dirigencial sigue siendo un completo desastre, así que tú no te subas al carro—, de tantos sufrimientos infligidos sobre su dolida hinchada. Una hinchada que sufrió sin culpa alguna la blasfemia de ver a su fútbol humillado y pisoteado partido tras partido.

Yo no sé si hoy día le ganemos a Uruguay y lleguemos a la final de la Copa —qué irreal suena, ¿no? ¡A LA FINAL DE LA COPA AMÉRICA, HUEVÓN!—, pero le tengo una fe bárbara al “Mago”. Incalculable. No puede haber nadie tan soberbio para criticarle o cuestionarle planteos. Todos los que alguna vez pusimos en duda alguna convocatoria, alguna no convocatoria, algún planteamiento, cambios en pleno juego o la decisión que sea, debemos callar y confiar ciegamente. Tenemos al mejor entrenador que ha dirigido a nuestra selección en décadas. Tenemos un técnico que sí nos puede llevar al Mundial, que sí nos puede hacer pelear una Copa América. Tenemos a alguien capaz e inteligente. Markarián, señores, es el verdadero capitán de esta selección. Y ante el capitán se calla, se escucha y se aprende.

Dicen que no juega Revoredo, que Acasiete está aún en duda y que Chiroque está casi descartado. Ya había cuatro bajas de antes de venir a Argentina y Perú supo arreglárselas aún así. Confiemos y esperemos. Faltan unas cinco horas para el partido. Cinco horas que parecen eternas y que solo serán el anticipo a un tiempo que parecerá mucho más largo si es que se logra un triunfo. Sería, cómo no, una interminable estadía en el paraíso luego de tan largo purgar y sufrir.

Vamos, Perú, a demostrarle a América y todo el mundo que no vamos a bajar la cabeza ante ningún rival, que nadie nos intimidará de ahora en adelante. Vamos, Perú, que ya es hora de que concretemos un logro importante a nivel selección. Vamos, Perú, que esta sea la piedra angular, aquella sobre la cual se funde el verdadero cambio de nuestro fútbol. Vamos, Perú, a la final en Buenos Aires, al estadio del descendido River, porque esta franja roja sí puede alegrar a su hinchada en el último partido del torneo. Vamos, Perú, a ganar con los dientes apretados, con el corazón en la mano y con los huevos bien puestos. Vamos, Perú, por la reputamadre.

lunes, 18 de julio de 2011

¡Qué grande, Venezuela!

Probablemente Chile fue el equipo que mejor fútbol mostró a lo largo de la Copa América. Es más, quizás Batista haya tratado de hacer jugar a su Argentina como el Barcelona de Guardiola —fracasando rotundamente—, pero fue este Chile de Borghi (o de Bielsa) el que más se asemejó a su juego. El equipo sureño fue un relojito desde el mediocampo hacia arriba, fue el cuadro que realizó el desgaste en todos sus partidos. Quizás hasta fue el que mereció el triunfo en todos, en los cuatro que jugó. Pero al frente tuvo a esta Venezuela que impresiona, que deja a todo América y el mundo con la boca abierta. Qué equipo ha armado Farías, qué gran manera de trabajar un plantel a lo largo del tiempo. Los invito a hacer una pausa y analizar al seleccionado vinotinto en lo referido a su desarrollo desde hace diez años. Es una cosa de locos.

Como lo dijimos, Chile fue Chile. A mi gusto, el equipo de la Copa en lo que a fútbol se refiere. Hoy dominaron, pusieron a Venezuela contra las cuerdas, pero les faltó eficacia —y algo de suerte, seamos sinceros—. No sabría decir hasta qué punto sufrió la baja de Fernández en la Copa. Con el plantel que tiene no se sintió mucho. Su forma de tocar y de crear peligro con pases hacia los extremos o a la espalda de los defensores es ya una marca registrada: no hay defensa a la que no hayan agarrado mal parada con esta estrategia. Y así llegó su gol y también así se hizo figura Vega.

Una maquinita el equipo rojo. Se van de la Copa por errores puntuales en pelotas paradas. Algo que asombra, pues los equipos de la Mercosur son, tradicionalmente, aquellos que mejor manejan el juego aéreo. Me imagino que les jode en el alma, pues pensaban que esta era su Copa, que tenían el mejor plantel y que, caídas Argentina y Brasil, tenían una final asegurada. Una lástima, pero no es para patear el tablero y replantearse las cosas. Con el equipo y juego que tiene debería bastarle en las Eliminatorias, por más emparejamiento que exista actualmente entre las selecciones.

Venezuela, Venezuela... cómo has crecido. Recuerdo claramente que ganarle al país llanero era moneda corriente; las goleadas caían como cosa de todos los días. Lo que vemos ahora es muestra de un trabajo serio, de un compromiso de autoridades hasta jugadores. Un orgullo para todo el país de Cichero, Vizcarrondo, Rincón y Rondón. ¡Qué jugadores! Cichero se graduó de héroe con las dos pelotas que sacó en la línea y aquel gol de cabeza cuando parecía que Chile lo volteaba. Vizcarrondo debe estar en el once ideal de la Copa, y eso que no era conocido hasta ahora. Rincón, amo y señor del mediocampo —junto con el inacabable Arango— y Rondón una joya, un jugador que tienen que cuidar y explotar al máximo. De Farías sería irrespetuoso no hablar, pero el riesgo es que dedicarle unas pocas líneas sea ofensivo. Junto con Markarián deben ser los estrategas que mejor han hecho las cosas en el torneo. Pero seguro Farías se la lleva por el tiempo que ya lleva en su equipo. Es para construirle un monumento.

Hoy el equipo de las estrellas en la bandera venció al de la estrella solitaria. Hoy las estrellas fueron completamente venezolanas. Un gran segundo tiempo el mostrado por ambos países y por eso se agradece. A Chile por el excelente fútbol que demostró y a Venezuela por la lección de humildad y compromiso que demuestra día a día. ¡Venezuela está en semifinales, señores!

Se fue Brasil: se rompen las cadenas

Se fue el equipo de Neymar, de Robinho, de Pato, de Ganso, de Elano y de toda la gente brava que trajo Menezes a Argentina. Se fue el pentacampeón del mundo, el que campeonó cuatro de las últimas cinco Copa América que se han realizado. Se fue el equipo joven que pregonaba sobre el “jogo bonito”, pero prometen volver recargados. Y probablemente lo hagan. Vamos, es Brasil. Sus jugadores son jóvenes y técnicamente superdotados. ¿Y por qué se fue? Porque al frente estuvo Paraguay, con aquella forma de jugar tan conocida, que tumba gigantes, que se agranda ante las adversidades, que tiene la defensa más sólida del continente hace más de quince años. Ese Paraguay que armaron desde Carpeggiani hasta Martino y que disfruta su gente.

Te topaste con el arquero de la Copa, Brasil. Partidazo de Justo Villar, incomprensiblemente en el modesto Valladolid de España. Lo recuerdo en Newell’s hace unos años, ya derrochaba talento y seguridad en el arco. La defensa paraguaya no estuvo del todo sólida, pues Brasil creó jugadas de peligro constantemente, y no pocas. El mediocampo paraguayo no pudo detener a los creadores y extremos del “Scratch”. Idea al aire: ¿sería irreal apostar por una banda derecha con Maicon y Dani Álves? Como para probar, ¿no? En este partido no hay mucho que reprocharle al equipo brasilero. No demostró gran fútbol a lo largo de la Copa y quizás hoy realizó su mejor partido, pero el arco se le cerró. O se lo cerró Villar: tapó, literalmente, hasta con los huevos.

Dato curioso: Paraguay está en semifinales tras empatar los cuatro partidos que jugó. No ha ganado ni lo han derrotado. Debe ser un caso atípico en la historia de la Copa América.

La garra que tiene Haedo Valdéz, la presencia que imponen Verón y Da Silva, la velocidad y sorpresa que simboliza Estigarribia… el equipo que tiene Paraguay. No han ganado aún en la Copa, pero en eso radica siempre la magia de la selección albirroja: nunca enamora con su fútbol, pero hace, por lo menos, lo justo. No vas a ver a Vera lanzando caños, a Lucas Barrios llevándose a cinco jugadores y definiendo de lujo. Imposible. Paraguay te propone un juego serio, quizás monótono, pero efectivo. Sus bases son la anticipación, la concentración, el pase seguro, el juego efectivo por arriba, sus mujeres en la tribuna —qué grata revelación—

Los penales fue algo surreal. Cuatro pateados por parte de Brasil y los cuatro fallados. La cancha estaba mal; el pasto explotaba con cada patada y barrida. Y ante eso, Paraguay apostó a la contundencia antes que a poner la pelota en el ángulo imposible. Brasil no lo entendió, no pudo traicionar su esencia del “jogo bonito” y trató de colocarlas todas arriba o al costado del palo. Y lo pago carísimo: con su prestigio.

 Se fueron los que eran cuatro favoritos en estas semifinales: Argentina lo era ante Uruguay solo por la localía, Colombia lo era por la sobredimensión de siempre, Chile por el fútbol exquisito que mostró por momentos, y Brasil porque es Brasil. Todo Paraguay celebra. Y me atrevo a decir que todo América lo hace, porque tanto esto como lo de Uruguay son dos gritos de libertad del resto de equipos sudamericanos, de emancipación de las potencias y aquel tedioso escenario dividido entre argentinos y brasileros.

domingo, 17 de julio de 2011

¡La tenés adentro, Argentina!

Con buena onda, porque consideramos que hicieron un gran partido y, quizás, hasta merecieron el triunfo por lo exhibido en la cancha durante los 120 minutos de juego. Como Colombia ante Perú, los equipos que plantearon el juego de una manera más táctica que ofensiva se alzaron con el triunfo. Y por eso, quizás, es que tenemos una semifinal entre los equipos que no eran favoritos para ganar sus llaves —por más irónico que suene que Uruguay, este Uruguay, no era favorito en un partido de la Copa—. Perú y Uruguay se verán las caras de nuevo en esta Copa América.

Messi es de otro mundo, porque no son muchos los terrestres que pueden ponerse un equipo encima tantas veces y seguir creando fantasías inimaginables para sus compañeros. Otra cosa es que la puntería de los delanteros, volantes y hasta defensas que Batista puso en la cancha haya estado completamente errada. No es culpa del técnico eso último, no da para pedir a otro entrenador ni mucho menos al amateur e incapaz Maradona. Me parece que el DT argentino encontró un estilo sobre los dos últimos partidos de la competición. Creo que encontró el balance al medio del campo y halló hombres interesantes arriba. Sin embargo, la defensa sigue siendo el ítem a trabajar en sus entrenamientos, pues no es posible que pierdan todas las pelotas que van por arriba y se regalen tan fácil en el mano a mano. No es el fin del mundo y eso es lo que deben entender los argentinos. Es humillante salir de su propia Copa América tan temprano, sí, pero no es humillante ser eliminado por un equipo más sólido y ordenado —mejor, al fin y al cabo— como el uruguayo.

De Uruguay qué hay que decir… es el país que mejor tiene los huevos puestos de este lado del mundo. Aguantó la maquinaria ofensiva argentina con un hombre menos —y qué hombre de menos, el “Ruso” Pérez, el Gattuso latinoamericano (pero que, valgan verdades, debió irse expulsado incluso antes del momento en el que realmente vio la roja)— durante más de una hora de juego, hasta que Mascherano se fue de la misma manera. Luego está Forlán. Forlán no tiene que meter goles para figurar, le basta con poner esos pases precisos e inspirar aquel respeto. Como para taparle la boca a Zaira Nara y a los oportunistas que jodían en el estadio.  Suárez quizás esté algo en deuda, pues le falta ese toque final. Solo eso. Y Muslera… ¡qué tal arquero, por favor! La atajada doble en el tiro libre de Tévez sobre el final del segundo tiempo reglamentario es la atajada de la Copa. Determinante. Seguro. El tipo de arquero que un equipo como Uruguay necesita. Probablemente, incluso superior que la mejor versión que vi de Carini, quizás el último arquero uruguayo que tuviera sus momentos de gloria.

No es novedad que Uruguay esté en semifinales de la Copa, es una consecuencia lógica a su juego y a sus antecedentes. Ahora, si nos guiamos por juego y antecedentes, tampoco es novedad que Argentina esté eliminada tempranamente. Impresiona, en todo caso, por la localía, el tiempo de preparación, la clase de jugadores, las decenas de goles desperdiciados. Ya en los penales no hubo nada que hacer. Tévez tomó mucha carrera y Muslera adivinó el lugar de la ejecución. Vino Cáceres y, con mucha clase, los mandó afuera en su propia cancha, en su propia cara, en su propia casa. En su propia Copa. Nunca tan cierto como hoy, por el esfuerzo, por el favoritismo, por la calidad y la cantidad, por la historia, por los comentaristas de Fox y quizás porque es lo que el buen Diego estará pensando en este preciso momento al mirar la selección de Batista y con el perdón de los aludidos, la tenés adentro, Argentina.

sábado, 16 de julio de 2011

Semifinal histórica

Gracias, Falcao, que te quedaste con la pena de fallar desde los 12 pasos mas no la gloria del gol. Gracias, Martínez, por ese pase peligroso que culminó en el segundo gol peruano. Gracias, Yepes, que chocaste con tu portero para el blooper de la Copa. Gracias, palos, que nos salvaron de perder en dos ocasiones. Gracias, garganta, por aguantar, combativa tú, tanto grito desaforado. 

Gracias, Lobatón, por pegarle con el alma de quienes apretábamos los dientes frente al televisor. Gracias, Revoredo, por cerrar tu sector entendiendo que la vida de la selección dependía de ello. Gracias, Guerrero, por no rendirte nunca. Gracias, Chiroque, por tener 31 años y la picardía de un niño ilusionado con su primer partido. Gracias, Ramos, por demostrar serenidad y aplomo. Gracias, Rodríguez por ser líder, por la solvencia y simpleza, y por no hacernos extrañar al buen Acasiete. Gracias, Vargas, por mandarla a guardar en tu primer gol de Copa América y finiquitar el partido. Gracias, Markarián por ensañarte con lo que ya asoma como verdad: no somos presa fácil, no sabemos perder, no debemos dominar para ganar.

"Contra lluvia, calor y altura", dijo Markarián en la post del histórico partido. La Copa América de 1997 tuvo en Perú a uno de sus protagonistas, pues el seleccionado bicolor llegó a la instancia semifinal. Al año siguiente se celebró el Mundial de 1998, del cual nos quedamos afuera por un pelo que es lo mismo que cuatro goles en Santiago de Chile, como se prefiera leer. Ahora repetimos la faena y esperamos, a pesar de la lluvia, el calor y la altura, llegar a la ansiada tierra prometida.

Sí, lo merecemos, a pesar de sufrir las constantes arremetidas cafetaleras. Porque somos el equipo más duro de vencer del torneo. Porque nuestras figuras son dos obreros en ataque o baluartes en el fondo. Porque el mediocampo lo comparten muchos jugadores y no hay competencia entre ellos, sino unión y predisposición. Lo merecemos porque en 14 partidos con el Mago no nos han sabido meter más de un gol por encuentro. Lo merecemos porque fallar un penal es una falla del rival. Y cuando Perú pudo, al fin, anotar, no falló.

Y ahora a disfrutar de la semifinal y a aprender de ella. Quien gane disputará la Copa y en América no hay mejor y más difícil escenario que ese. Excelente examen para nuestros seleccionados. Probarán el temple de la local Argentina o la fuerza de la complicada celeste uruguaya. A por ellos.


Gracias, equipo, por su disciplina y coraje. Gracias por esta histórica semifinal.

viernes, 15 de julio de 2011

Salve el César

Brasil tiene cinco estrellas de campeón mundial. Brasil tiene el respeto que otorga la historia. Brasil tiene la marca de Ronaldo, máximo anotador en mundiales. Brasil tiene el legado de la camiseta 10. Brasil tiene la candidatura al título en cualquier competición del balompié en la que participe. Brasil es considerado el número uno, aún cuando no lo sea. Brasil tiene todo para perder.

Los dirigidos por Menezes consiguieron una victoria no tan fácil como dicta el 4-2 final sobre Ecuador. Están en cuartos de final del torneo que han ganado con un equipo B en sus últimas dos ediciones. Se enfrentarán a Paraguay y su futuro es más bien incierto. Su juego no convence, pero ya aparecieron los goles de Neymar y Pato, hasta ahora ausentes.


Se acabaron los "días R" en la verdeamarelha. Si en los 70's estaba el magistral Rivelino, los 90's trajo para Brasil una camada envidiable: Romario, Roberto Carlos, Rivaldo, Ronaldo, Ronaldihno, Ricardo Kaká (sí, algo forzado) y Robihno, última perla del "Clan R" brasileño, y con el que la fantasía pareciera diluirse. Neymar, heredero e insignia del renovado pentacampeón, aún no asoma sus dotes de crack, como el resto del novel equipo.

Pero Brasil es Brasil, reza el dicho. Y al César lo que es del César aunque esta vez pareciera tener favoritismo casi por deber histórico y no por derecho ganado. Es un César más propicio al error, como en los dos goles que recibió tras disparos de Caicedo. El portero de un grande, sobretodo en esta clase de torneos, debe salvar con los guantes el honor de su valla. Y no es el primer blooper de Julio César. Eso lo lamentan  los hinchas interistas y lo celebran los holandeses.

Salve Julio César a Brasil de la incertidumbre. Su actuación es clave para darle seguridad a un equipo que aún está en formación. De sus manos depende el futuro, pues debe evitar que se sufra de aquella antigua enfermedad que padece su seleccionado: la portería. Taffarel fue la cura en su momento. Que el César no sea su talón de aquiles.

jueves, 14 de julio de 2011

Aparecieron los goles en el grupo B

Todos salieron conformes al término del partido de Paraguay ante Venezuela. Quizás no satisfechos, pero beneficiados, sí. Hasta el público, que apreció seis goles en un mismo encuentro luego de una Copa América que ha sido mezquina en lo referido al grito esencial del deporte. Como si fuera poco, luego de este duelo jugarían Brasil y Ecuador y nos regalarían seis goles más. En esa sola jornada doble se marcaron más goles que en todos los partidos del grupo A, en todos los del grupo C y en los anteriores cuatro del B. Apareció la necesidad y la contundencia de los grandes y también la respuesta insolente de los llamados chicos, como ya suele ser un clásico en nuestro continente. Se mejoró el promedio de gol y se pasó la media de los dos por partido.

No considero que Venezuela haya demostrado una garra que se le desconocía, sino que Paraguay sacó a la luz una pasividad hasta entonces impensable. Una selección paraguaya que tradicionalmente es concebida como muy sólida defensivamente y como la que mejor domina el juego aéreo de este lado del mundo se mostró indiferente y hasta incapaz de reaccionar ante las arremetidas venezolanas durante los últimos cinco minutos del partido. Fue rarísimo: Venezuela apelando a un orgullo herido y empatando un partido de esa manera, con goles en los descuentos. Con el agregado de un cabezazo en el área de su propio arquero para asistir a Fedor en el segundo tanto, quien, por primera desde que lo veo, se mostró como un jugador medianamente peligroso y efectivo (falló varias, no lo olvidemos).
 
Finalmente, ambos pasaron y el partido quedó más como un buen espectáculo de fútbol que como el encuentro que dejó huella por eliminar a uno u a otro. Nuestros respetos a Venezuela, nación que no deja de sorprender —aunque quizás ya no debería ser sorpresa— y se catapulta a cuartos de final por segunda vez consecutiva en su historia. Ahora le toca Chile, quizás su verdadera prueba de fuego, pues el equipo de Borghi pinta como el más duro de los que ha enfrentado hasta ahora.

Por otro lado, Paraguay se vuelve a ver las caras con Brasil, un duelo que puede sacar chispas si resulta medianamente parecido al que jugaron en la fase de grupos. Yo no creo que debamos pensar en la selección de Martino como una que retrocedió luego del Mundial. Para nada. Jugaron mejor sus tres rivales en la fase de grupos: contra Ecuador tuvieron mala suerte en la definición, pero los pasaron por encima. Contra Brasil un error sobre el final los hizo perder dos puntos. Y contra Venezuela la misma historia: desconcentración sobre el final. Paraguay es un muy buen equipo, es el típico caso del grupo al que no se le están dando los resultados. Tiene una genial oportunidad para sacudirse de esa mala racha este fin de semana.

Por otro lado y saliendo un poco (bastante) del tema, nunca más vuelvo a hacer cálculos matemáticos para definir emparejamientos en siguientes rondas mientras miro un partido de fútbol. Desde el mismo pitazo inicial ya había que ir haciéndolos, y cada gol no hacía más que destruir las conclusiones a las que se llegaban y replantear completamente a los posibles rivales en cuartos de final.

Ya está, se acabó la fase de grupos de la Copa. Quedan ocho partidos más. Se viene lo mejor.

miércoles, 13 de julio de 2011

México no dio el golpe: Uruguay pasa con lo justo

Se despidió México de la Copa peleándole de tú a tú a Uruguay, algo parecido a lo que hizo en el partido contra Chile. Da la impresión de que si ese mismo equipo hubiera salido con esa renovada actitud ante Perú, nos habría traído más de un problema. En todo caso, gracias por guardarse lo interesante para el inicio y para el final. No nos molestamos ni un poquito. México se va de la Copa sin ningún punto, mostrando algunas cosas interesantes en temas de juego colectivo —midamos con la vara que se debe medir a un equipo juvenil jugando en un contexto adulto—, pero, al fin y al cabo, quedando como el rival ante el cual los tres equipos del grupo C vencieron para asegurar su pase a cuartos de final. Triste estadística.

Uruguay anotó el gol de la clasificación y se cerró atrás. Su meta era conservar la ventaja fuese como fuese, sin importar que, por la calidad de sus jugadores, estaba obligado a ir adelante durante todo el partido ante aquel nobel equipo norteamericano. Tabárez no se sonrojó: mandó cambios que se concentraron en tener la pelota y en cuidar la mínima diferencia hasta que el árbitro pitara. Por eso cuando México anotó el empate a la postre invalidado, la cara de los uruguayos fue clara: si no lo anulan no hay cómo darle vuelta. Fue con gol de Álvaro Pereira, no con alguna jugada de Forlán, Suárez o Cavanni, los promocionados goleadores del tridente ofensivo. Aquellos llamados a ser los jugadores diferentes, a armar las jugadas más creativas del equipo y a reventar las redes rivales tal como lo hacen en sus clubes europeos.

Pero pasó Uruguay, como la historia lo obligaba. Este equipo charrúa que se muestra sólido de mitad de cancha para atrás, que sigue inspirando respeto y hasta temor de mitad de cancha para adelante, pero que no puede concretar un partido redondo todavía. Aún sin despertar futbolísticamente —su mejor juego estuvo tan solo en algunos pasajes del duelo ante Chile— y con la necesidad de hacerlo ya, en estos días, pues su rival de cuartos, la Argentina local de Messi, pareciera ya haber salido de su adormecimiento de turno. Conviene pensar en un replanteo por parte de Tabárez, pues pareciera que varios de sus rivales ya le descifraron parte del juego, que se pueden anticipar a algunos de sus movimientos tácticos dentro del campo. Quizás sea por eso que su juego ya no sorprende como hace un año, en el Mundial, cuando llegó como un desconocido que hacía bulto en la comparsa —más allá de sus antiguos (nunca un adjetivo tan exacto para un sustantivo) campeonatos mundiales— y terminó como revelación y con un dignísimo cuarto puesto. A este Uruguay que ya tiene todos los elementos, pareciera que le está faltando el chispazo que otorga la sorpresa.
Como fuese, se viene un clásico más para esta Copa. Partidazo el del sábado.

De nuevo, puta madre...

Que no se malentienda: no pensamos hacer una diatriba hacia la selección esta vez. Creemos que el equipo jugó bien, dentro de sus posibilidades reales ante una oncena evidentemente superior y que terminó contando con un equipo suplente muy mentiroso. Y no es una crítica al equipo sureño, para nada. Al contrario, es un halago, pues cuentan con jugadores geniales hasta en la banca. De todos modos, queda la sensación de que Perú podría hacer muchísimo más con su equipo titular completo. Más aún si tenemos en cuenta que hoy día prácticamente jugó el tercer equipo nacional, la alineación C. Y eso nos deja muy tranquilos. Los jóvenes que debutaban mostraron personalidad aunque el resultado no fue el ideal.

El malestar, claro está, viene del hecho de perder ante Chile. Un clásico. Y perderlo, por supuesto que sí, de la manera que lo perdimos: con un autogol en el minuto 92 y medio. Es como para morirse, no hay dudas. Porque se hizo un gran esfuerzo durante ambos tiempos y porque, creo yo, merecíamos irnos con el empate. Porque no nos escondimos atrás como México ante nosotros, sino que sí nos atrevimos y por momentos metimos a Chile en su propio arco. Molesta, pues, el hecho de perder así y contra el clásico rival. Así que nada, la parte emocional se queda en ese análisis. La parte racional tendrá a continuación algunas líneas.

Corzo sorprendió gratamente en lo relacionado a la marca. Y tiene el agregado de haber jugado en una banda que no es la suya. No se proyectó nunca, por lo que —por más raro que suene— extrañamos a Yotún cuando el equipo atacaba. Por la otra banda lo de Carmona fue preocupante en las tareas defensivas; le ganaban la espalda siempre. En ataque se animó poco y fue también intrascendente, pero digamos que queda algo salvado —o no se lo pisotea tanto— por su estatus de víctima en aquella injusta expulsión. Sí, pienso igual que Markarián: presión del público y el favorecimiento de siempre al más rankeado. Arriba no hubo peso, literalmente. Chiroque encaró y tuvo la clase suficiente para dejar mal parados a los defensores chilenos más de una vez. Ruidíaz, sin embargo, necesitó de chimpunes con toperoles hiperaltos y unos diez o quince kilos más. Volvió nuestra duda de un inicio: tal vez Írven Ávila era el indicado, debido a su mayor recorrido y promedio de gol en Primera. El resto no tuvo mucho que resaltar. Revoredo, Vílchez y Ramos cumplieron. Gonzáles y Ballón pudieron dar un poco más, pero tampoco es que fueron un desastre. Guevara no apareció y Libman no resaltó.

Chile terminó dominando y seguramente por esa presión fue que el gol terminó cayendo. Lo de Carrillo fue mala suerte, es verdad, pero no deja de joder. Por ahí la crítica podría ser la mala salida de Libman en el centro, la confusión de todo el bloque defensivo —que ya había fallado un par de veces de manera bastante escandalosa minutos antes— y, bueno, alguno que otro meticuloso dirá que tal vez Carrillo no era la persona indicada para encontrarse a medio metro del arco. En fin.

Markarián explotó en la conferencia de prensa. No conocemos las declaraciones de Borghi, DT del equipo chileno, que lo habrían hecho hablar así, pero —conociendo los antecedentes del argentino y el perfil pacífico y tolerante del uruguayo—confiamos en que no fueron una muestra de piconería o malhumor, sino una justificada reacción hacia lo que él considero una afrenta hacia su persona, su equipo o incluso el fútbol. Lo respaldamos y le agradecemos, además, las líneas que le dedicó al arbitraje. Da gusto ver que un técnico de su talla, cuya palabra pesa en los medios y en el entorno sudamericano en general, hable sobre algo que —sin ánimo de poner excusas— nos juega en contra constantemente. Por lo referido a nuestro equipo dudo mucho que las críticas a su labor aparezcan por una derrota. No solo sería irresponsable, sino también una acción condenable.

Se perdió y por ahí que fue lo más justo, pero el sinsabor queda. Chile fue más y Perú, con poco, hizo bastante. La tarea sigue siendo la misma: reforzar como sea la concentración en esos minutos finales (contra Uruguay, en ese gol de Suárez a los ‘45, fue igual). Solo así se puede pensar en cosas serias y grandes.
Ay, Revoredo, si tu chalaca entraba en esa última jugada…

martes, 12 de julio de 2011

Himno al partido

¡cómo duele! ya habrá tiempo de revancha

El peruano afligido el gol en contra sufrió.
Tras 90 minutos de lucha el orgullo hecho nudo arrastró,
largo tiempo en silencio quedó,
faltó el gol que Paolo en sus botas guardó.

Mas apenas en el minuto sagrado,
sobre los descuentos Revoredo intentó
la chalaca que empate la chilena,
mas la dura derrota ocurrió.

Largo tiempo Carmona oprimido,
defender a Beausejour le tocó.
condenado a una roja injusta que vio;
ofuscado el Mago a todos acusó.

Que falló Ballón dos claras de gol
que Ruidíaz en vano luchó
que Chiroque siempre náugrafo desbordó
que a Libman la pelota se le olvidó.

Estamos en cuartos, estémoslo siempre
y antes niegue Vargas su empuje
¡sí se puede! el cliché se escuchó
el vestuario el animo levantó
la lucha sigue... esto aún no se acabó.

Y Argentina pasó a cuartos

En ese primer tiempo, los argentinos deben haber sentido exactamente lo mismo que los peruanos sentimos en el segundo tiempo ante México. Las ocasiones de gol falladas fueron innumerables, a cada minuto se tejía una nueva y, ya fuera por el arquero costarricense o la pésima puntería de sus delanteros, la pelota terminaba siempre en el lugar que menos deseaban. Ojo para los detractores radicales: Messi fue, como en cada partido que jugó con Argentina desde que es el mejor jugador del mundo, el que organizó cada ataque, el que manejó los hilos y el que los llevó a cuartos de final. A él no lo critiquen por las puras. Si el seleccionado tiene un problema es porque colectivamente no jugaban —juegan— como deberían. Hasta hoy, Argentina eran Messi y diez más.

Seguramente influyó el replanteo de Batista: jugar con Gago, tres generadores de fútbol (Di María, Agüero y Messi) y un punta de área funcionó, porque le otorgó más variantes ofensivas al equipo. Debe haber sido el partido de la Copa en donde el peligro de gol estuvo más presente a lo largo de los noventa minutos. Porque Argentina no dejó de atacar desde el primer minuto hasta que el juez peruano —te comiste un penal gigantesco a Higuaín, Rivera— pitó el final del partido. Batista pareciera haber encontrado a los hombres de arriba, pero sigue necesitando trabajar la zona posterior, pues Costa Rica intentó un par de veces en el primer tiempo, tímidamente y con pocos hombres, pero complicó sobremanera a Burdisso y Milito. Ahí falta trabajo y bastante.

Ahora bien, la euforia en Argentina debe estar al tope. Se ganó luego de dos fríos empates y el equipo pareció una maquinita en ofensiva. Pero no descuiden al rival que tuvieron en frente. No había forma lógica de que el equipo centroamericano venciera al argentino; sus aplicados pero inexpertos jugadores tienen un techo a estas alturas de su carrera y lo demostraron. Es por eso que esta Costa Rica de menores, muy ordenada y tácticamente fiel a una idea, no es un termómetro justo. Se trata de un rival al que le tenían que ganar sin atenuantes. La buena noticia es que lo hicieron, pues ya habían pasado por ese problema ante Bolivia.

Pasó Argentina como segundo del grupo A. Su rival será el segundo del grupo de Perú, por lo que todo depende de lo que pase hoy día en Mendoza. Entre Uruguay, Chile y nuestra selección sale el rival de Batista y sus dirigidos, por lo que todo pareciera indicar que no la tendrá tan fácil. Lo que sí es cierto es que el envión anímico para el equipo de Messi será evidente. Este partido —más allá de lo que se pueda decir de él— marcará definitivamente un antes y un después en la Copa.