No fue justo, y eso que apareció Villar para ganarle un mano a mano a Neymar. Paraguay, irónicamente uno de los equipos menos quimbosos de Sudamérica, le pintó la cara a los próximos anfitriones del Mundial y, de paso, encendió la alarma en tierras garotas. El peso de ser anfitriones en la cita más importante del balompie ya hace ecos en muchos de los medios deportivos brasileños. Deberán tener cuidado, no tendrán el ritmo ni la cohesión que otorgan las Eliminatorias.
Del partido hay que aplaudir la cuota goleador de Roque Santa Cruz en relación con sus lesiones, caso casi antagónico al de nuestro ausente capitán Pizarro. Definió bien para igualarlo y Brasil, que poco había hecho, acusó el golpe. Haedo, ya en el campo tras sustituir a Lucas Barrios —su crédito anotador ya está por expirar—, completó el "valdazo" (sí, está escrito así por el apellido del aguerrido delantero guaraní) de agua fría. Lo tenía controlado Paraguay hasta que apareció Fred, el fanstasma de las redes y hombre cortoplacista, pues minuto que juega lo aprovecha sumando para su equipo.
Se midieron dos de los equipos más fuertes del continente, o al menos eso indica la última tabla de las Eliminatorias. Empataron y nadie pudo celebrar: ambos definen su pase a la siguiente ronda en el último partido. Como titularan con ironía los medios brasileños, este resultado no les permite celebrar el pobre accionar de su archirival Argentina. Como para recordar que ambas potencias no tienen nada regalado.
No hubo bicicletas ni pases lujosos, tampoco pasitos de samba o coreografías divertidas. Sin flahses de comercial de Nike y nada que comentar fuera del peinado de Neymar —que ya se torna aburrido—, el Scratch arañó un empate en el suspiro del partido. El peso de su historia no les deja ver la igualdad como premio consuelo, ni por asomo.
Se salva Ganso, quien manejó con criterio el mediocampo, aunque sin mayores acompañantes que le permitan hilvanar más de dos jugadas concretas de cara al gol. Sin fantasía, chispa y con un andar predecible, este triste Brasil se enacaminó hacia un funeral más que hacia un carnaval. La alegría de su "jogo" quedó reservada para el comfort de sus Maracanás y Pacaembús o la pichanguita que se juega por la Coca Cola y el afán de humillar al rival con huachitas. Ahora, que el juego es en serio, se les borró la sonrisa y se quedaron sin luces para la fiesta.
Choque Brasil - Paraguay |
Por ahora es una Copa América sin pinceladas ni juegos artificiales de quienes cada fin de semana nos deslumbran con esas mágicas jugadas que parecieran no tener límites. Venezuela, Colombia y por momentos Chile han practicado el mejor juego hasta ahora. Brasil es una sombra sin el destello de sus antecesores, producto del opaco rendimiento de sus astros Neymar, Pato y Robihno. Su juego no convence y, peor aún, no saben sumar de a tres: se les acabó el carnaval.
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