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martes, 19 de julio de 2011

Sale Perú a la cancha...

No importa cómo quede el partido de hoy día. Podemos perder, incluso perder jugando mal, olvidando todo lo que Markarián inculcó. Sea cual sea el resultado, esta selección se merece un aplauso y la confianza de todos con miras a las Eliminatorias. No pensando en una clasificación fija, pero sí en que nos asegurará una participación digna, cosa que urgimos.

Desde 1997, también de manera sorpresiva, el Perú no vivía una Copa como esta. Y eso, porque esta la sentimos mucho más, la gente la vive a mil. Luego de tanto tiempo en el infierno, nuestra selección pareciera encontrarse ya en el purgatorio, despojándose de tantos años de pecados futbolísticos —ojo, Burga, el plano dirigencial sigue siendo un completo desastre, así que tú no te subas al carro—, de tantos sufrimientos infligidos sobre su dolida hinchada. Una hinchada que sufrió sin culpa alguna la blasfemia de ver a su fútbol humillado y pisoteado partido tras partido.

Yo no sé si hoy día le ganemos a Uruguay y lleguemos a la final de la Copa —qué irreal suena, ¿no? ¡A LA FINAL DE LA COPA AMÉRICA, HUEVÓN!—, pero le tengo una fe bárbara al “Mago”. Incalculable. No puede haber nadie tan soberbio para criticarle o cuestionarle planteos. Todos los que alguna vez pusimos en duda alguna convocatoria, alguna no convocatoria, algún planteamiento, cambios en pleno juego o la decisión que sea, debemos callar y confiar ciegamente. Tenemos al mejor entrenador que ha dirigido a nuestra selección en décadas. Tenemos un técnico que sí nos puede llevar al Mundial, que sí nos puede hacer pelear una Copa América. Tenemos a alguien capaz e inteligente. Markarián, señores, es el verdadero capitán de esta selección. Y ante el capitán se calla, se escucha y se aprende.

Dicen que no juega Revoredo, que Acasiete está aún en duda y que Chiroque está casi descartado. Ya había cuatro bajas de antes de venir a Argentina y Perú supo arreglárselas aún así. Confiemos y esperemos. Faltan unas cinco horas para el partido. Cinco horas que parecen eternas y que solo serán el anticipo a un tiempo que parecerá mucho más largo si es que se logra un triunfo. Sería, cómo no, una interminable estadía en el paraíso luego de tan largo purgar y sufrir.

Vamos, Perú, a demostrarle a América y todo el mundo que no vamos a bajar la cabeza ante ningún rival, que nadie nos intimidará de ahora en adelante. Vamos, Perú, que ya es hora de que concretemos un logro importante a nivel selección. Vamos, Perú, que esta sea la piedra angular, aquella sobre la cual se funde el verdadero cambio de nuestro fútbol. Vamos, Perú, a la final en Buenos Aires, al estadio del descendido River, porque esta franja roja sí puede alegrar a su hinchada en el último partido del torneo. Vamos, Perú, a ganar con los dientes apretados, con el corazón en la mano y con los huevos bien puestos. Vamos, Perú, por la reputamadre.

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