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miércoles, 20 de julio de 2011

Dignísimo

Se acabaron las ilusiones en esta Copa América. Uruguay nos bajó de las nubes y nos mandó a pelear por un tercer puesto que, sin sonar crudo, era quizás el lugar que estábamos para luchar luego de vencer a Colombia. Las finales son para los mejores y quedó evidenciado ayer que el equipo oriental es más que nosotros, que sus jugadores tienen mayor oficio y que nuestra selección está aún en etapa de formación. A tener en cuenta eso a la hora de hacer el análisis.

Fue una Copa genial. Luego de mucho tiempo —que alguien me diga cuánto— el país se juntó debajo de la blanquirroja para alentar a muerte al equipo. ¿Hacía cuánto que Perú no ilusionaba así a su gente? No me refiero a partidos aislados, hablo de torneos, de la posibilidad de un logro concreto. Perú nos regaló una gran campaña, por más que también perdamos el sábado. Porque venció en los partidos que tenía que vencer para alegrar a su pueblo, los juegos que debía ganar para llegar a la meta de jugar seis veces, de darle 540 minutos de rodaje al sistema que Markarián quiere implantar. Y, de taquito, lo justo para darle la alegría al populacho. Lo agradecemos sobremanera.

Hubo errores garrafales ayer. No critiquemos que la pelota del primer gol se iba fuera y Fernández la metió. No, era muy pequeño el margen, el arquero se la jugó por la segura, pero rechazó mal y no hubo quien lo apoyara en el rebote. Chiroque se excedió en lo individual y vino la contra para el segundo de Suárez —complicidad de la defensa de por medio—. Lobatón no acertó un solo pase cuando entró, Guerrero se excedió más que nunca en la individual, Vargas fue todo menos un capitán y Carmona prefirió ser “Barney” antes que “Camión”, entre otros apuntes más. Pero en algún partido tenía que pasar esto, pues. No podíamos esperar efectividad absoluta de un plantel limitado. Un día tenían que jugar mal y ese día llego. No hubo “Mago” que nos salve esta vez.

Está bien que perdamos, que no nos acostumbremos solo a los buenos resultados, porque sería muy injusto e irreal luego del martirio que sufrimos hasta hace tan solo un año. Está bien que lloren, que se molesten, que quieran revancha y que busquen respuestas. No es el escenario ideal, pero es un escenario real y en alguna medida positivo, ya que nos hará más fuertes a futuro. Igual serán recibidos en el aeropuerto, igual varios de los jugadores se van al extranjero luego de la Copa. Igual a este Perú se le sigue agradeciendo y apoyando.

Ya cuando termine la Copa vendrá el momento del análisis minucioso y quizás sin tantas pasiones de por medio. Un estudio objetivo sobre los jugadores, los sistemas y los partidos. Ahora tratemos de terminar bien el torneo y vencer al derrotado de hoy día. Quedarnos con un tercer puesto sería un gran premio, porque esta Copa se empezó en inferioridad futbolística y se terminó mirando de frente a todos los rivales. Perú tiene una interesante materia prima, esperemos que la pueda convertir en una sólida manufactura, por más peculiar y limitada que sea. Yo confío en el hacedor que tenemos para este cometido.

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