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lunes, 25 de octubre de 2010

En el dolor, hermanos


Fue un buen partido. Más allá del 0 a 0 de saldo al final de los noventa minutos, la ‘U’ y Alianza nos regalaron un clásico entretenido el día de ayer en el Monumental. Fue un clásico intenso porque ambos decidieron jugar, porque no hubo paralizaciones, porque se jugó al filo del reglamento (aunque de eso Galliquio no entienda), porque no dejó de haber emociones desde el arranque y porque tuvo un marco de público espectacular.
El problema es que si bien el clásico dejó una imagen positiva en términos futbolísticos, el resultado final termina por condenar a ambos a meros espectadores de la consagración de la San Martín, a limitarse a observar la tranquila (y apática en tanto deslucida) fiesta ajena con muchas fechas de anticipación. Es decir, aquel tema de “fue un entretenido 0 a 0”, cosa que rara vez es cierta (como en este caso), pierde terreno en este particular escenario al equipararse con la irremediable eliminación mutua que la ‘U’ y Alianza se hicieron el día de ayer.
Creo que hablar sobre las puntuales cuestiones futbolísticas del clásico está un poco demás o resulta innecesario, ya que el tema más importante, que supera largamente cualquier análisis del partido, es este anticipado cierre de campaña para los equipos más grandes del país. Uno tenía que ganar y ninguno pudo hacerlo: ni la ‘U’ con un penal regalado ni Alianza con un hombre más durante todo el segundo tiempo. Si lo vemos desde esta perspectiva, quizás el que uno venciera y tuviera aún oportunidades de alcanzar a la San Martín hubiera sido injusto dadas las irregulares campañas que ambos equipos han cumplido hasta el momento en el torneo local.
La ‘U’ y Alianza Lima empezaron el torneo con el ribete de favoritos luego de la final disputada la temporada pasada, ambos equipos mantuvieron sus planteles casi intactos para este año, los dos jugaron Libertadores, pasaron la primera fase y fueron eliminados simultáneamente, y ninguno de los dos llegó a convencer con su juego en un Descentralizado que los marcó como irregulares. Después de todo, quizás no sea coincidencia que los compadres hayan tenido escrito en sus destinos el cerrar el año en el mismo momento: solidaridad de hermanos en el dolor (y el fracaso), le dicen.

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