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lunes, 4 de julio de 2011

Por eso nunca me ha gustado Brasil

Me estresa cómo juega Brasil. Me estresa demasiado tanto toque intrascendente, me estresan tantas oportunidades de gol desperdiciadas, me estresa verlos subestimar rivales, me estresa el pelo de Neymar y más todavía la mala copia que quiere hacerle Robinho. Me estresa la actitud de sus jugadores en cada partido.

Es cierto, es parte de su sello y es lo que los ha llevado a ser el país que mejor juega al fútbol y el que más títulos mundiales tiene. Pero eso no otorga licencia eterna.
Los primeros 20 minutos Brasil tuvo el control absoluto del juego. Pudo meter 3 goles, tranquilamente. Pero prefirió el hueveo, el toquecito hasta la línea de fondo, la jugadita de más tan característica de equipos que se dedican al show antes que al gol.

Y hay veces en que todo esto pasa la factura. Venezuela fue, como Bolivia y Costa Rica, un equipo ordenadísimo, conocedor de sus limitaciones y algo atrevido sobre los minutos finales del partido. La evolución de su fútbol es indiscutible. No tendrá muchas individualidades ni poderío ofensivo, pero es capaz de amargarle la película a cualquiera con su trajinar incansable y con un entrenador capo como Farías. El periodista clásico te dirá que “las distancias se han acortado”, que “hoy no hay equipos chicos” y otras pavadas de ese estilo. Y chévere, si te interesa pastelearte con esas ideas. Pero para mí lo interesante del asunto es, de lejos, cómo a un equipo con el poder de Brasil pueden salirle las cosas tan mal a veces. Por eso luego resulta cómico verlos sobre el final corriendo desesperados, mandando pelotazos y traicionando esa esencia de la que se jactan; el famoso “jogo bonito” que, empleado en exceso, sirve más para hacer comerciales que para ganar partidos.

Quizás sea solo que mi visión y gustos del fútbol son distintos. No voy a negar que me gusta ver una huacha, paredes, un gol de taco o demás adornitos que puedan hacerse. No. Me parece parte del juego y hasta los puedo celebrar. Pero si solo se sale a la cancha pensando en complacer a la tribuna con eso es contraproducente. Y este 0 a 0 contra Venezuela es la clara prueba. Ahí está, pues. Ahora estrésate tú, Brasil.

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