Chau, Bolivia. ¿Hola, Colombia?

Yo no me creía la historia que todos empezaban a armar de Bolivia. Esa que decía que luego de empatarle a Argentina estaba para peleársela a cualquiera, que finalmente había encontrado el orden táctico, que el entrenador Quinteros le había agarrado la mano al equipo y que empezaba la revolución de su fútbol. Solo unos días después de ese resultado, Bolivia perdió contundentemente contra la selección de menores de Costa Rica y prácticamente se despidió de la Copa. Lo de hoy fue solo el cierre oficial. Lo de Bolivia va a demorar y probablemente más que lo de Perú, pues en nuestro caso al menos se cuenta con una base más sólida de jugadores.

Luego está Colombia, la tantas veces endiosada selección del “Bolillo” —o del entrenador de turno; esté el que esté, siempre se la toma como candidata para cualquier cosa—. Hay que ser desconfiados con Colombia, ese es el asunto. Porque Colombia siempre promete, pero pocas veces concreta. Porque tendrá muy buenos jugadores, pero hace tiempo que no arma un equipo. Porque el hecho de que Falcao se haya destapado hoy día no quiere decir —como dicen todos los medios— que “le tapó la boca a sus críticos”. Se necesita una constancia mayor cuando has perdido la credibilidad. Y, al menos por mi parte, la esperaré antes de aventurarme con un comentario desmesurado y que se deshaga en halagos para la oncena de Guarín, Yepes y compañía.

Chau, Bolivia, nos vemos en la próxima Copa —seguramente aguándole la fiesta al anfitrión de turno, emocionando a tus hinchas y luego perdiendo los puntos que deberías ganar—. Y a ti, Colombia, te veremos en cuartos de final. Tienes la suerte —y el mérito, no seré tan mezquino— de haberle arrebatado a Argentina el rival: juegas contra el segundo mejor tercero. La lógica indica que llegas a semifinales a paso tranquilo y recién ahí encuentras con un rival de peso. En ese momento quizás te juegue un par de fichas, pero antes no dejaré que me vendas humo.