La verdad el partido en sí fue entretenido, porque siempre es divertido ver cómo un equipo favorito —en teoría— la pasa mal ante un rival inferior. Es ver a Goliat sufrir ante David, es tragicómico hasta cierto punto. Y fue una tragicomedia que alcanzaba sus puntos de mayor éxtasis cuando era Colombia quien fallaba los goles cantados, quien le perdonaba la vida a la selección local, aquel equipo de los heróicos Messi, Tévez y Agüero que se decía superior y apabullante.
¿Cuántos goles desperdició Colombia? Incontables. Es justamente por jugadas como el ‘blooper’ de Dyron Moreno que no se puede pensar en Colombia como algo más que un animador del torneo, nunca en un candidato al mismo. Porque tienen carencia de mente fría en los momentos claves, y no solo en ofensiva, sino en varios sectores del cancha y en varios pasajes del partido. Eso es lo que siempre le va a faltar a Colombia. Incluso era lo que le faltaba a la selección de Valderrama allá por los años noventas: el microsegundo de frialdad que la separa de los equipos grandes, de los equipos que pueden pelear cosas… de los equipos que pueden ganar cosas.
Lo de Argentina es alucinante. Porque yo, sin haberlo visto jugar mucho, sé que Pastore es alternativa. Porque me doy cuenta de que Argentina necesita un 9 de verdad —tiene a Milito e Higuaín, en ese orden, en la banca de suplentes—. Porque Gago entró y en 20 minutos paró mejor al equipo que Cambiasso o Banega en los ‘70 anteriores y los ‘90 del partido pasado. Porque tiene grandes nombres en defensa, pero no arma un gran bloque defensivo. Porque aquel Batista cerebral y capaz pareciera haberse quedado en esos primeros partidos amistosos que le hicieron quedarse con el cargo. Esa es Argentina hoy en día. Un equipo sin alma ni ideas, que necesitará apelar a las individualidades para vencer a Costa Rica y pasar a segunda ronda —probablemente, como segundo— en su Copa América. Quién diría.
Lo que sí: Argentina podrá perder ante Costa Rica el próximo partido por goleada, Batista podrá escupirle a la camiseta de la selección y los jugadores agarrarse a golpes con los hinchas, pero la situación nunca dará para que los argentinos empiecen a corear el nombre de Maradona en las tribunas. Pedir a Maradona sentado en su banquillo es como que los peruanos pidamos a “Chemo” de vuelta en el nuestro. De todos modos, con un coro gritando cosas así al cierre del espectáculo, tenemos nuestra tragicomedia completita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario