Por tercera vez consecutiva la selección boliviana de fútbol amarga el debut al equipo anfitrión de la Copa América. En las ediciones del 2004 y 2007 lo sufrieron Perú y Venezuela, con marcador 2-2. Ahora el empate desfavoreció a los argentinos. Los altiplánicos se pararon bien atrás ante un equipo sin ideas, casi tan frío como el clima, opaco como su impaciente hichada y que lucía tan improvisado como el armado de su ataque.
La siempre desvalorada Bolivia. No es coincidencia que los anfitriones la coloquen en su grupo. El verde esperanza de su camiseta no refleja las apuestas en su contra, sobretodo cuando juega sin La Paz de su localía. La historia reciente nos enseña que no ha sabido sobrevivir a la fase de grupos desde la Copa América de 1999 celebrada en Paraguay.
Quizás por tener todo en contra, Joselito Vaca —quien estuvo ausente y casi irreconocible durante todo el cotejo— y sus amigos lograron jugar un partido sereno. Serenidad que, irónicamente, culminó con el gol que anotaron ni bien iniciado el segundo tiempo. Ya con el marcador a su favor les pesó la responsabilidad. No supieron manejar el partido y el trámite se volvió un lamento boliviano. Se acordaron que son los menospreciados, que en el llano no son temibles, que al frente tenían la arremetida de una historia llamada Argentina.
Pero ¿qué es Argentina actualmente? Aunque Batista, técnico de la selección albiceleste, difiera en la convocatoria de jugadores y el armado de la defensa con respecto a su predecesor en el banquillo, el inexperto Diego Maradona, la idea parece ser la misma que arrastra Argentina desde el Mundial: que Messi reciba en la medular para el barrillete cósmico. Si bien "la Pulga" es un gran gambeteador, asistidor, goleador y superestrella inmortal, no es un jugador que determine el tempo de un equipo.
En Barcelona, donde Messi brilla como estrella lejana, es él quien rompe el tempo que manejan Xavi, Busquets e Iniesta. A Argentina le falta un conductor, como lo es Pastore o el no convocado D'Alessandro. Gente que se asocie, cocine jugadas e involucre a Lionel para no provocarle un desgaste innecesario. En Argentina nadie parece entenderlo, o quizás su famoso ego les impide admitir que —salvo cuatro o cinco geniales individualidades— son un equipo bastante discreto y limitado.
Fue un partido con últimos minutos vibrantes. Con una visita que solo se acomplejó cuando supo que podía ganar y un local que mejoró cuando supo que podía perder. Los intentos individuales de Di María y Agüero, ambos suplentes, concretaron el empate contra el esfuerzo colectivo. Nuevamente, sin ganador en el partido inaugural de la Copa América. Gracias a la menospreciada Bolivia.
el equipo argentino no estuvo iluminado |
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